Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana (Mateo 9:21).
La enfermedad forma parte de la vida y es de suma importancia cómo reaccionamos ante ella. Algunas personas se alejan de Dios, porque lo acusan de su desgracia. Otras hacen como esta mujer, avanzan contra viento y marea hasta tocar el manto de Jesús. No siempre es fácil llegar hasta Jesús, puede que antes tengamos que superar algunos obstáculos, como le sucedió a ella.
En primer lugar estaba la multitud que la separaba del Maestro. Quizás en tu caso el ritmo trepidante de tu rutina diaria, o las responsabilidades que tienes en la iglesia o en tu trabajo constituyan el primer obstáculo en tu camino para llegar hasta Jesús.
En segundo lugar la debilidad, el rechazo, la marginación, pueden impedirte salir a la luz y vivir una vida espiritual plena. ¿Te has sentido así alguna vez? Quizás tus limitaciones físicas despiertan criticas sobre tu rendimiento. o incuso no fallen aquellos que opinan que eres una carga para tu esposo o para tus hijos. Entonces, debes saltar ese difícil obstáculo, asida de la fe. No hubo pensamiento ni critica que impidiera a esta mujer llegar hasta Jesús.
Por si esto fuera poco, ella también se sentía indigna y pecadora. La enfermedad por lo general era considerada un castigo de Dios por los pecados cometidos y esta mujer había sido acusada de estar recibiendo su merecido. Pero algo le. decía que Jesús no la trataría igual. El amor que revelaban las palabras de Cristo y su dulce mirada infundían ánimo a su corazón. No dejes que Satanás ni sus agentes te hagan sentir indigna de acercarte a Jesús. Lucha, confía y llega a los pies de tu Salvador.
Tienes aquí un ejemplo de. una fe poderosa que obra y actúa confiadamente. No existió obstáculo alguno que le impidiera llegar a su único Salvador. Para ella, la solución era Jesús. Para ti, la solución es ir a Jesús. De él no solo recibirás la sanidad física y las fuerzas para llevar tu cruz, sino también la garantía de una vida plena en un mundo libre de dolor.
Señor, ante el valle de sombra y de muerte, fortalece nuestra alabanza.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La enfermedad forma parte de la vida y es de suma importancia cómo reaccionamos ante ella. Algunas personas se alejan de Dios, porque lo acusan de su desgracia. Otras hacen como esta mujer, avanzan contra viento y marea hasta tocar el manto de Jesús. No siempre es fácil llegar hasta Jesús, puede que antes tengamos que superar algunos obstáculos, como le sucedió a ella.
En primer lugar estaba la multitud que la separaba del Maestro. Quizás en tu caso el ritmo trepidante de tu rutina diaria, o las responsabilidades que tienes en la iglesia o en tu trabajo constituyan el primer obstáculo en tu camino para llegar hasta Jesús.
En segundo lugar la debilidad, el rechazo, la marginación, pueden impedirte salir a la luz y vivir una vida espiritual plena. ¿Te has sentido así alguna vez? Quizás tus limitaciones físicas despiertan criticas sobre tu rendimiento. o incuso no fallen aquellos que opinan que eres una carga para tu esposo o para tus hijos. Entonces, debes saltar ese difícil obstáculo, asida de la fe. No hubo pensamiento ni critica que impidiera a esta mujer llegar hasta Jesús.
Por si esto fuera poco, ella también se sentía indigna y pecadora. La enfermedad por lo general era considerada un castigo de Dios por los pecados cometidos y esta mujer había sido acusada de estar recibiendo su merecido. Pero algo le. decía que Jesús no la trataría igual. El amor que revelaban las palabras de Cristo y su dulce mirada infundían ánimo a su corazón. No dejes que Satanás ni sus agentes te hagan sentir indigna de acercarte a Jesús. Lucha, confía y llega a los pies de tu Salvador.
Tienes aquí un ejemplo de. una fe poderosa que obra y actúa confiadamente. No existió obstáculo alguno que le impidiera llegar a su único Salvador. Para ella, la solución era Jesús. Para ti, la solución es ir a Jesús. De él no solo recibirás la sanidad física y las fuerzas para llevar tu cruz, sino también la garantía de una vida plena en un mundo libre de dolor.
Señor, ante el valle de sombra y de muerte, fortalece nuestra alabanza.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera