domingo, 31 de marzo de 2013

RAÍCES AÉREAS


Lugar: Malasia
Palabra de Dios: Colosenses 2:6, 7

Quieres ver un árbol gigante, viaja a Malasia. Allí, encontrarás lo que se conoce como el árbol baniano o higuera de Bengala (también se encuentra en otras partes del Asia tropical).
El baniano es un árbol que puede crecer hasta unos 30 metros de altura; pero eso no es lo que lo hace tan enorme. El árbol también  suele crecer hacia los costados, y puede seguir creciendo y creciendo. De hecho, un solo árbol baniano puede tener una circunferencia de 450 metros.
¿Cómo hace esto el baniano? La respuesta está en su sistema de raíces aéreas, raíces que crecen por encima de la superficie. Las raíces se desarrollan desde debajo de las ramas y se abren camino hacia el suelo. Esto le da al árbol una buena estructura de apoyo, y también le proporciona el agua y los nutrientes que necesita.
Eventualmente, las raíces nuevas forman nuevos troncos, con ramas nuevas. Entonces, las raíces aéreas crecen de ramas nuevas, y el árbol sigue expandiéndose hacia los lados, a medida que el ciclo continúa. Si alguna vez te encuentras con lo que parece un gran matorral de árboles, no te dejes engañar: puedes estar viendo un solo árbol.
Como sabes, tener un buen sistema dé raíces es muy importante para un árbol así de grande. Sin los nutrientes y el apoyo que dan las raíces, el árbol no podría seguir creciendo.
Ocurre lo mismo con nosotros. Para poder crecer espiritualmente necesitamos tener raíces fuertes, que nos den un buen apoyo y nutrición. Necesitamos estar arraigados en Cristo, pasar tiempo con él, amarlo y depender de él para todo. Así que, sigue el consejo del apóstol Pablo: "Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, están ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

EXAMEN DE LIBRO ABIERTO


Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida. Juan 6:63.

Durante mis años de estudiante, y luego ya como maestra, me di cuenta de que los exámenes más difíciles de hacer eran aquellos llamados «de libro abierto». Su característica es que estaba permitido abrir el libro de texto para contestar las preguntas. La dificultad estribaba en un «pequeño detalle»: si no conocías el contenido del libro, si jamás lo habías leído, a la hora del examen te sentías como en un laberinto sin salida. Es decir, que si no habías estudiado, no tendrías ninguna referencia de búsqueda y estarías perdida.
La Biblia es la Palabra de Dios, y al estudiarla obtenemos todas las referencias que necesitamos para que tanto el Señor como nuestros semejantes nos aprueben. La Biblia dice: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra» (2 Tim. 3:16-17).
El estudio cotidiano de la Palabra de Dios nos pone en condiciones de vivir asertivamente. Nos marca pautas que salvaguardan nuestra vida y la de los demás. Dios dice que su Palabra es como «una lámpara que brilla en un lugar oscuro» (2 Ped. 1:19).
En una sociedad que vaga en medio de la oscuridad, qué importante es tener una luz que nos guíe, por el camino de la vida. Si la tienes, sabrás en qué terreno pisar como mujer, esposa, madre y cualquier otro papel que te toque desempeñar. No hay ningún aspecto de la vida para el cual el Señor no tenga un consejo oportuno, una palabra de aliento, orientación en la toma de decisiones y, sobre todo, conocimiento cabal de su voluntad.
Pronto llegará el momento en el que la Biblia no será tan accesible, y tendremos que testificar de lo que en ella está escrito solamente por las referencias que hayamos guardado en nuestra mente por medio del estudio cotidiano. Tendremos que pasar el más difícil de los exámenes sin el Libro Santo abierto ante nuestros ojos. Por eso, estúdialo ahora que aún estás a tiempo.
Preparémonos hoy para ese momento de prueba, atesoremos día a día sus tesoros en nuestro corazón, y permitamos que con el poder del Espíritu Santo hagamos una correcta interpretación de sus mensajes, para que cuando llegue el momento de hacer frente al mundo, aprobemos el examen de la vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

Y ENTONCES, LLORARON


Una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él» (Mateo 3: 17).

La noche del 4 de noviembre de 2008 no pude irme a dormir temprano. ¿Cómo podía, si era testigo de uno de los momentos más significativos de la historia creciente? Esa noche se decidía la épica contienda electoral que había enfrentado a dos grandes hombres, John McCain y Barack Obama, por la presidencia de los EE. UU.
La contienda ocurría en un momento crítico. Estados Unidos se enfrentaba a la peor crisis económica en muchas décadas, después de involucrarse en conflictos armados con Iraq y Afganistán. Sin embargo, estas circunstancias particularmente difíciles daban más poder a la pregunta que había cautivado a la nación, y al mundo entero: ¿Sería posible que una persona de piel oscura fuera elegida como presidente de la nación? La Constitución del país y los logros del movimiento a favor de los derechos civiles de los afroamericanos (1955-1968) garantizaban que eso fuera posible. Sin embargo, una gran cantidad de personas, incluidos muchos ciudadanos de color, creían que los prejuicios harían imposible que sucediera en la práctica lo que la ley garantizaba. Cuando Barack Obama fue nombrado presidente, la nación y el mundo supieron que sí, que era cierto que blancos y negros tenían los mismos privilegios y oportunidades.
Casi a la media noche, las lágrimas rodaron por mis mejillas cuando leí el artículo «And Then They Wept» [Y entonces, lloraron] en el New York Times. En el texto, Charles M. Blow explicó con fuerza el significado de la victoria de Obama: «La historia registrará esta noche como la noche en que las almas de la gente negra [...] lloraron y rieron, gritaron y bailaron, liberando una emoción reprimida durante cuatrocientos años». Obama incorporaba en su persona la victoria de todo un pueblo y la aspiración de cada uno de sus individuos.
Algo similar pasó cuando Jesús obtuvo la victoria en la cruz. Dios había anunciado un plan de salvación para el hombre, pero el universo, y los hombres mismos, creían que era imposible que el hombre, pecador, traidor y degradado, fuera restituido a la comunión del cielo. Sin embargo, Cristo se hizo hombre, venció el pecado y demostró que la restauración del ser humano era posible.
Cuando Dios aceptó a Jesús como su Hijo, nos aceptó a todos los seres humanos. Cuando lo instaló a su diestra en el trono celestial, Jesús incorporó en su propia persona la victoria de la humanidad y la aspiración de cada uno de sus individuos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

Y VERÁN SU ROSTRO


Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. Apocalipsis 22:4.

Cuando Moisés le suplicó a Dios: "Te ruego que me muestres tu gloria", este le respondió: "No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá" (Éxo. 33:18-20)... Moisés no podía contemplar la revelación de la gloria del rostro de Dios y vivir; pero se nos ha dado a nosotros una promesa: "Y verán su rostro".
Cuando Moisés bajó de la montaña donde se le había dado una visión de la gloria de Dios, su rostro estaba tan iluminado que Aarón y los hijos de Israel tuvieron temor de acercársele...
Ahora no podemos ver la gloria de Dios; pero solo al recibirlo aquí es que seremos capaces de verlo finalmente cara a cara. Dios desea que tengamos nuestra vista fija en él, para que perdamos de vista las cosas de este mundo...
Hoy por nuestras asociaciones, por nuestra vida, nuestro carácter, estamos escogiendo a quién tendremos por nuestro rey. Los seres celestiales buscan acercarnos a Cristo... Aunque somos transgresores de la ley de Dios, si nos arrepentimos con fe, Dios puede obrar por nuestro medio las obras de Cristo...
Cuando Cristo ascendió a las alturas, envió a su representante como un Consolador. Este representante está a nuestro lado dondequiera que estemos, un vigilante y testigo de todo lo que se dice y se hace, listo para protegernos de los asaltos del enemigo si solo nos colocamos bajo su protección. Pero debemos hacer nuestra parte, y entonces Dios hará la suya. Cuando seamos llevados a juicio y aflicción por su nombre, el Consolador estará a nuestro lado, trayéndonos a la memoria las palabras y enseñanzas de Cristo.
¿Está escrito su nombre en el libro de la vida? Solo al mirar a Jesús, el Cordero de Dios, y siguiendo sus pisadas, puede usted prepararse para encontrarse con Dios. Sígalo a él, y un día usted caminará por las calles de oro de la ciudad de Dios...
Los que consagran sus vidas alservicio de Dios vivirán con él por los tiempos sin fin de la eternidad...
Él los toma como sus hijos y les dice: Entren en el gozo de su Señor. La corona de la inmortalidad es colocada en las sienes de los vencedores.— Youth's Instructor, 20 de agosto de 1896.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White