Pablo, [...] al amado Filemón, colaborador nuestro, a la amada hermana Apia. (Filemón 1,2).
Apia, una mujer desconocida, aparece en la carta que Pablo escribió a su amigo Filemón. Aunque el asunto que condujo al apóstol a redactar aquella epístola tenía que ver con un esclavo que regresaba a su amo arrepentido, Pablo no perdió la oportunidad para escribir unas palabras de aprecio por el trabajo de Apia en favor de la causa de Cristo.
A veces pensamos que lo que hacemos no es valorado ni reconocido por los dirigentes de la iglesia ni por los miembros, y nos parece que lo único que tanto unos como otros esperan de nosotras es recibir. Aunque puede ser cierto que los demás no valoran nuestros esfuerzos, hay alguien que sí lleva cuenta de cada acción, de cada tarea, del tiempo dedicado a la obra que hacemos para cooperar con las buenas nuevas de salvación.
Analizando el uso que este texto hace de la palabra «hermana», el Comentario bíblico adventista nos aclara: «Pablo compara la condición de Apia con la de él y la de Filemón. La elevación de la jerarquía de las mujeres es una de las grandes contribuciones del cristianismo a la sociedad. Este es uno de los muchos casos del Nuevo Testamento donde se destaca la dignidad de la mujer. En la mayor parte de las sociedades paganas la mujer estaba limitada a una especie de servidumbre; pero el cristianismo la emancipó de esa situación y le ha concedido un nivel social y espiritual equivalente al de su esposo. El ennoblecedor compañerismo que existe en los hogares cristianos y en muchos que no lo son, puede remontarse a las enseñanzas inspiradas de Jesucristo» (t. 7, p. 393).
¿Te sientes feliz porque Dios te ha dado un lugar digno en la sociedad? Desgraciadamente, todavía hay mujeres que padecen distintos tipos de marginación e injusticia social, a las que Dios quiere colocar en un lugar especial, a las que quiere sacar de la opresión del pecado.
Dios espera poder contar con mujeres que, como Apia, acompañen a los ángeles en la misión de predicar el evangelio del reino a todo el mundo. No existe mayor felicidad que ser un instrumento útil en las manos del Creador.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Apia, una mujer desconocida, aparece en la carta que Pablo escribió a su amigo Filemón. Aunque el asunto que condujo al apóstol a redactar aquella epístola tenía que ver con un esclavo que regresaba a su amo arrepentido, Pablo no perdió la oportunidad para escribir unas palabras de aprecio por el trabajo de Apia en favor de la causa de Cristo.
A veces pensamos que lo que hacemos no es valorado ni reconocido por los dirigentes de la iglesia ni por los miembros, y nos parece que lo único que tanto unos como otros esperan de nosotras es recibir. Aunque puede ser cierto que los demás no valoran nuestros esfuerzos, hay alguien que sí lleva cuenta de cada acción, de cada tarea, del tiempo dedicado a la obra que hacemos para cooperar con las buenas nuevas de salvación.
Analizando el uso que este texto hace de la palabra «hermana», el Comentario bíblico adventista nos aclara: «Pablo compara la condición de Apia con la de él y la de Filemón. La elevación de la jerarquía de las mujeres es una de las grandes contribuciones del cristianismo a la sociedad. Este es uno de los muchos casos del Nuevo Testamento donde se destaca la dignidad de la mujer. En la mayor parte de las sociedades paganas la mujer estaba limitada a una especie de servidumbre; pero el cristianismo la emancipó de esa situación y le ha concedido un nivel social y espiritual equivalente al de su esposo. El ennoblecedor compañerismo que existe en los hogares cristianos y en muchos que no lo son, puede remontarse a las enseñanzas inspiradas de Jesucristo» (t. 7, p. 393).
¿Te sientes feliz porque Dios te ha dado un lugar digno en la sociedad? Desgraciadamente, todavía hay mujeres que padecen distintos tipos de marginación e injusticia social, a las que Dios quiere colocar en un lugar especial, a las que quiere sacar de la opresión del pecado.
Dios espera poder contar con mujeres que, como Apia, acompañen a los ángeles en la misión de predicar el evangelio del reino a todo el mundo. No existe mayor felicidad que ser un instrumento útil en las manos del Creador.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera