El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad (Éxodo 34: 6).
Una de las razones por las que han aumentado las enfermedades mentales, que van desde la depresión hasta las más temidas como la esquizofrenia o paranoia, es que el ser humano ha dejado de creer en Dios y, por lo tanto, en su Palabra. La Biblia es clara al afirmar que Dios es amor y «en el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor» (1 Juan 4: 18). En otras palabras, mitiga los temores humanos. El miedo es la razón de muchas enfermedades mentales.
Los cristianos podríamos llegar a desarrollar el peor de los temores: el miedo a no ser perdonados y, por ende, el miedo a no ser salvos. Pero esto es absurdo porque la Biblia no se cansa de repetirnos que Dios nos perdona porque nos ama, hasta el punto de haber dado a su Hijo en rescate por nosotros. Una de las más bellas demostraciones de perdón la hizo Jesús a favor de una mujer que, a los ojos de sus acusadores, no merecía el perdón de Dios. El capítulo ocho del Evangelio de S. Juan registra que Jesús perdonó a esa pecadora y después menciona verdades tan profundas como que Jesús es la «luz del mundo», es el gran «Yo Soy», la verdad que nos libertará y que él era antes de Abraham.
Es admirable darse cuenta que Jesús quería preparar el corazón de sus oyentes con las palabras más hermosas jamás pronunciadas: «Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar». Así quitaba el miedo que produce el sentirse condenado a la muerte eterna y podían aceptar las otras verdades maravillosas que quería presentarles.
Pero la otra parte de la lección que debemos aprender es la que nos da la mujer «pecadora». Sí, aunque no lo creas, tenemos algo que aprenderle a una pecadora: creer que Jesús nos perdona. Él mismo hizo énfasis en la actitud de aceptar y creer en el perdón que se nos otorga, cuando dijo: «Pues si no creen que yo soy el que afirmo ser, en sus pecados morirán» Quan Q- 24).
Solo Dios y tú saben los pecados que has cometido, pero Jesús quiere otorgarte el perdón de todos ellos, solo debes seguir la fórmula: aceptar el perdón y creer que has sido perdonada. No puede ser de otra manera, pues el Señor es compasivo y bondadoso, mantiene su invariable amor a millares y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado. ¿Tú lo crees?
Una de las razones por las que han aumentado las enfermedades mentales, que van desde la depresión hasta las más temidas como la esquizofrenia o paranoia, es que el ser humano ha dejado de creer en Dios y, por lo tanto, en su Palabra. La Biblia es clara al afirmar que Dios es amor y «en el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor» (1 Juan 4: 18). En otras palabras, mitiga los temores humanos. El miedo es la razón de muchas enfermedades mentales.
Los cristianos podríamos llegar a desarrollar el peor de los temores: el miedo a no ser perdonados y, por ende, el miedo a no ser salvos. Pero esto es absurdo porque la Biblia no se cansa de repetirnos que Dios nos perdona porque nos ama, hasta el punto de haber dado a su Hijo en rescate por nosotros. Una de las más bellas demostraciones de perdón la hizo Jesús a favor de una mujer que, a los ojos de sus acusadores, no merecía el perdón de Dios. El capítulo ocho del Evangelio de S. Juan registra que Jesús perdonó a esa pecadora y después menciona verdades tan profundas como que Jesús es la «luz del mundo», es el gran «Yo Soy», la verdad que nos libertará y que él era antes de Abraham.
Es admirable darse cuenta que Jesús quería preparar el corazón de sus oyentes con las palabras más hermosas jamás pronunciadas: «Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar». Así quitaba el miedo que produce el sentirse condenado a la muerte eterna y podían aceptar las otras verdades maravillosas que quería presentarles.
Pero la otra parte de la lección que debemos aprender es la que nos da la mujer «pecadora». Sí, aunque no lo creas, tenemos algo que aprenderle a una pecadora: creer que Jesús nos perdona. Él mismo hizo énfasis en la actitud de aceptar y creer en el perdón que se nos otorga, cuando dijo: «Pues si no creen que yo soy el que afirmo ser, en sus pecados morirán» Quan Q- 24).
Solo Dios y tú saben los pecados que has cometido, pero Jesús quiere otorgarte el perdón de todos ellos, solo debes seguir la fórmula: aceptar el perdón y creer que has sido perdonada. No puede ser de otra manera, pues el Señor es compasivo y bondadoso, mantiene su invariable amor a millares y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado. ¿Tú lo crees?
Claudia Gabriela Hernández Solazar
Tomado de Manifestaciones de su amor
Tomado de Manifestaciones de su amor