Lugar: Taiwán
Palabra de Dios: 1 Samuel 13:13,14
Cuando abrió el zoológico de Taipéi el miércoles 3 de noviembre de 2004, quienes trabajaban allí pensaban que sería otro día normal.
Estaban equivocados. La conmoción comenzó cuando, repentinamente, un hombre se trepó y cruzó la cerca del foso de los leones.
-Papá, ¿qué está haciendo ese señor? -preguntó un niño.
-¡Deténganlo! -gritó alguien.
Los que estaban cerca corrieron, pero era demasiado tarde. El hombre ya estaba del otro lado, enfrentándose valientemente a dos leones, que holgazaneaban debajo de un árbol a pocos metros de él.
Los leones, desacostumbrados a tener extraños en su refugio, saltaron sobre sus pies y comenzaron a rugir.
-¡Jesús te salvará! -gritaba el hombre-. ¡Jesús te salvará! El león macho sacudió su melena despeinada y se lanzó contra el intruso. Afortunadamente, alguien había notificado inmediatamente al personal del zoológico y estos lograron alejar al león con chorros de agua y un disparo de tranquilizantes, antes de que hiriera de gravedad al hombre.
Quizás ese hombre pensaba que estaba haciendo lo correcto, pero nosotros debemos seguir la dirección de Dios, no la nuestra. Ese fue el problema del rey Saúl. El profeta Samuel había dicho al rey que lo esperara, pero Saúl ofreció un sacrificio al Señor, sin esperar al profeta.
Saúl tenía buenas intenciones, pero estas no eran suficientes.
“-¡Eres un necio! -le replicó Samuel- No has cumplido el mandato que te dio el Señor tu Dios. E! Señor habría establecido tu reino sobre Israel para siempre, pero ahora te digo que tu reino no permanecerá. El Señor ya está buscando un hombre más de su agrado, pues tú no has cumplido su mandato”.
Seamos personas según el corazón de Dios, y vayamos adonde él nos guíe.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson