Don José era un hombre sociable y muy servicial. Su amor y fervor religioso lo llevó a promover la construcción de una parroquia. Este hombre organizaba ventas y rifas para reunir fondos para edificar el templo católico. Cada domingo se le escuchaba llamar a la comunidad por un alta voz para que cooperaran con el proyecto. Fue tanta su labor que finalmente lograron terminar el inmueble sagrado.
Un día en que yo pasaba a recoger una prenda a la tintorería, el dueño me informó que don José estaba muy grave pero que la familia no quería visitas, además el sacerdote no había ido a visitarlo. Entonces vi la oportunidad para llevarle el mensaje de esperanza. Por fortuna me encontré con su hija. Le pregunté por la salud de su padre y me dijo que estaba muy grave. Expresé mi interés para ir a visitarlo y me dijo que estaba bien. Así que le llevé un folleto sobre la Ley de Dios. Después de algunas visitas le propuse tomar la Santa Cena como lo estableció nuestro Señor Jesús y aceptó inmediatamente. Sus hijos nos esperaron ese día junto con algunos vecinos. Era sábado de tarde y nos acompañó un pastor para oficiar el servicio de comunión.
Días después pregunté por don José. Su hija me dijo que había fallecido, pero que antes de morir dijo que tres veces soñó que el Señor le decía que se preparara porque pronto moriría. Creo que lo veré cuando Jesús venga en gloria por segunda vez, porque don José aceptó el mensaje que le fue presentado antes de bajar al sepulcro. ¡Me siento feliz de haber sido un instrumento para compartir el mensaje de salvación! Amiga, hoy te invito a tomar tiempo para hablarle a alguien sobre el amor de Jesús. Decídete a ser una centinela del Maestro que anuncie a este mundo el pronto regreso del Señor.
Graciela de Sapiens
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor