jueves, 19 de enero de 2017

DIOS CREA LA LUZ

Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. 1 Juan 1:5

Necesitarás una lámpara de acampar.
En compañía de tus padres, apaga la luz o cierra tus ojos. Ahora contesta las siguientes preguntas:
✓  ¿Ves lo que hay frente a ti?✓ ¿Está oscuro?✓ ¿Qué color ves en la oscuridad?
Deja la luz apagada y usa una lámpara, para que a su luz, tus padres te cuenten la historia dé la luz:
Antes de que Dios hiciera el mundo, no había luz. ¡Nada, absolutamente nada de luz! Tampoco había personas, animales, plantas, ni sol o estrellas. ¡NADA! Aunque, ¿sabes algo? Antes de todas esas cosas, ya existía alguien. Era DIOS.
¿Qué te parece? El mundo ni siquiera existía, pero Dios ya existía. ¿Cómo te sientes al saber que Dios siempre estuvo presente? En algún momento de su existencia, Dios decidió crear nuestro hermoso planeta con todo lo que ahora tiene.
Lo primero que Dios creó fue la luz. Era necesaria, antes de crear el resto de los animales, las plantas y a los seres humanos, porque todos necesitamos luz para vivir. Demos gracias a Dios porque se preocupa por nosotros y nos dio la luz que nos alumbra, como esa lámpara que tienes en tu mano, y nos permite ver todo lo que nos rodea.

HABLA CON JESÚS
Jesús, muchas gracias por existir antes de la creación cuando no había absolutamente nada. Te doy gracias por la luz que me permite ver lo que me rodea.

Tomado de lecturas devocionales para preescolares 2017
¡PEQUEÑAS SONRISAS!
Por: Míriam Rodríguez Carrillo 
#PequeñaSonrisas  #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaPreescolares #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian

DE JESÚS TAMBIÉN HABLARON MAL

“Vino Juan, que ni come ni bebe, y dicen que tiene un demonio. Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama” (Mat. 11:18,19).

¿Alguna vez han hablado mal de ti? El versículo de hoy nos dice que de Juan el Bautista y de Jesús también hablaron mal; decían que Juan tenía demonios y que Jesús era glotón, borracho, y amigo de ladrones. Está claro que nada de eso era verdad.
Cuando yo estudiaba en el colegio, había una rivalidad entre dos grupos de chicas del mismo curso. La líder de uno de los grupos, de nombre Ana, buscaba pleitos a la líder del otro grupo, que se llamaba Pilar. Un día, Ana, para hacer sentir mal a Pilar, se acercó a unas niñas y les dijo:
-Hola, chicas, ¿saben qué es de Pilar?
-Sí, mírala; está allí -le respondió inocentemente una de las muchachas, señalando el lugar donde estaba Pilar.
-Noooo; depilar es quitarse los pelos -decía luego Ana, riéndose a carcajadas.
Cuando Pilar se enteró de los chistes fáciles que estaban haciendo a costa de ella, se formó el pleito. Decidió inmediatamente buscar la manera de hacer sentir mal a Ana, para vengarse de ella. Así que, otro día, estando en el recreo, con voz muy fuerte Pilar llamaba:
-¡Ana! ¡Ana! ¡Ana! ¡Ana!
Cuando Ana escuchó su nombre, volteó la cabeza para ver quién la llamaba, y Pilar aprovechó para decirle:
-Ana, a na dar, bobita…
Acabaron a los golpes, y las dos fueron suspendidas del colegio por un tiempo.
En todos los lugares hay rivalidades, porque hay mucha envidia. De Jesús dijeron cosas malas porque le tenían envidia y orgullo; querían tener el poder que él tenía. Por eso, una gran enemiga nuestra es la envidia. No te dejes atrapar por ella. Recuerda que para Jesús tú vales lo mismo que el resto de la humanidad y, por tanto, no tienes nada que envidiarle a nadie. Tú haz tu vida. Si no envidias a nadie, no tendrás rivalidades y serás libre en Jesús. Si sientes envidia y tienes rivales, estás atrapado en un círculo muy difícil de romper. ¿Prefieres ser libre o vivir atrapado en una rivalidad inútil?

Tomado de lecturas devocionales para Menores 2017
¡SALTA!
Por: Patricia Navarro 
#Salta #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaMenores #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian

LUCHA O HUIDA

“No se preocupen, que el Señor va a pelear por ustedes” (Éxodo 14:14).

Mi primera pelea ocurrió cuando tenía doce años, y no fue con otra muchacha, sino con Jeremy. Él me estaba golpeando en la cabeza con un libro, así que yo lo abofeteé. Entonces, él me pegó una patada. Mis amigos me cuentan que yo grité con ira:” ¡¡Te odio!!” Le quité los lentes con la mano derecha y le di un puñetazo en el ojo con la mano izquierda. Tuvo el ojo morado el resto de la semana y recuerdo que, cada vez que lo miraba, me preguntaba: “¿Por qué hice eso?” No recuerdo haber tomado la decisión de golpearlo, solo recuerdo que reaccioné con ira. Cada célula de mi cuerpo decía: “Tienes que pelear”.
Todos los animales, incluyendo los humanos, tenemos un mecanismo de defensa que se resume en lucha o huida. Cuando nos sentimos amenazados, nuestra respuesta es una de esas dos: luchar o huir. ¿Y tú? ¿Luchas o prefieres huir de la escena? Tal vez recuerdes que, después de haber salido de Egipto, los israelitas quedaron atrapados entre el Mar Rojo y el ejército de faraón que avanzaba hacia ellos con carros de batalla, hombres de a caballo y una buena cantidad de tropas. Las probabilidades de escapar eran nulas y los israelitas estaban aterrorizados. “¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para hacernos morir en el desierto?”, le gritaron a Moisés. Tenían poca memoria. “Esto es precisamente lo que te decíamos en Egipto: ‘Déjanos trabajar para los egipcios. ¡Más nos vale ser esclavos de ellos que morir en el desierto!'” (Éxo. 14:11,12). Cabría esperar que Moisés les diera una de estas dos opciones: luchar o huir. Sin embargo, había una tercera opción sorprendente: “No se preocupen, que el Señor va a pelear por ustedes”. ¿No preocuparse? ¿En un momento como ese? Sí, parece descabellado, pero era exactamente lo que tenían que hacer para que el Señor obrara el milagro de abrir el Mar Rojo y salvarlos.
¿Estás atrapado en una situación en la que sientes que debes luchar o huir? No olvides que, cuando tienes problemas, hay una tercera opción: quedarte quieto y esperar que el Señor pelee por ti. Puede sonar absurdo, pero es exactamente lo que tenemos que hacer si queremos que Dios obre un milagro. Hoy, elije estar quieto y esperar el milagro que Dios quiere obrar para ti. MH

Tomado de lecturas devocionales para Adolescentes 2017
FUSIÓN
Por: Melissa y Greg Howell
#Fusión # UnPuntoDeEncuentroEntreTúyDios #MeditacionesMatutina #DevociónMatutinaParaAdolescentes #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian

UN DÍA REGRESARE A MI HOGAR

“Tú formaste mis entrañas; me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras” (Sal. 139:13,14).

Una vieja canción me daba vueltas en la cabeza. Era un tema de música góspel, esa que se originó durante los tiempos de la esclavitud en los Estados Unidos. La frase que más se repetía decía: “A veces me siento como un niño sin madre, muy lejos de mi hogar”. En realidad, era un lamento, pero me sonaba como un canto fúnebre. Sus tonos bajos y su letra solemne me transportaban a un lugar de tristeza, pérdida y desesperación. Creo que viajé interiormente a ese lugar llamado desesperación, en alas de ese canto.
Pero recientemente me he dado cuenta de que no era la canción la que me transportaba a ese lugar. De hecho, más bien, fue la canción la que me llevó a darme cuenta de que yo estaba a punto de hundirme en lo más hondo. La canción fue una advertencia para mí, que me sirvió de corrección. Me mostró que estaba a punto de permitir que la vida me aplastara y que olvidara a quién pertenezco. En realidad, esa canción fue el sermón que necesitaba en aquel momento.
La música góspel, lejos de hundir en la tristeza, tiene como objetivo infundir esperanza y aliento. Aunque tal vez no sea tan evidente en un primer instante, ese es, en realidad, el objetivo de la música góspel. Esas canciones son como “parábolas” musicales. Aunque, paradójicamente, parecen un canto de desesperación, en realidad esconden un mensaje de esperanza, fortaleza y fe en el Señor.
La frase “a veces me siento como un niño sin madre, muy lejos de mi hogar”, realmente me está diciendo: “Aunque parezca que no tengo hogar ni raíces, en realidad vengo de Dios, y tengo un hogar maravilloso lejos de aquí, lejos física y mentalmente, de este mundo de sufrimiento”.
La música góspel me dice que mi esperanza está en confiar en que algún día regresaré a mi Patria, el Hogar celestial.
Todas tenemos un hogar lejos de aquí; y la esperanza de cada hija de Dios es ir allá pronto. Si somos fieles, llegaremos algún día.  Ella Louise Smith Simmons

Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR    
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
#VivirEnSuAmor #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaMujeres #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian

RECORDANDO EL FUTURO

“Aplastará por completo a esos reinos y permanecerá para siempre” (Daniel 7 7:44, NTV).

Aunque parezca un oxímoron (busca el término en el diccionario, si no conoces su significado), esta es una efemérides hacia delante. El 19 de enero de 2038, se dará lo que los expertos en Informática plantearon como “el problema del año 2038” (conocido también por el numerónimo Y2K38), que podría causar que una buena parte del software que usan no solo las computadoras, sino además otros dispositivos, falle ese año. Se trata de algo relacionado con la manera en que el software computa el tiempo. Al llegar al 19 de enero de 2038, el cómputo volvería automáticamente al 1° de enero de 1970, lo que causaría toda una serie de trastornos.
Esta no es la primera vez en que se augura una catástrofe basada sobre una falla en las computadoras. Ya en el año 2000 se esperaba tal cosa aunque, finalmente, las previsiones tomadas hicieron que no pasara a mayores. Lo que preocupa a los expertos es que el ser humano depende cada vez más de las computadoras. Con todos sus beneficios y adelantos, se han instalado en cada área de trabajo e invadieron también el hogar. Las “casas inteligentes” ya no son solo un sueño. Son plataformas que permiten a los objetos de la casa (puertas, cerraduras, bombillas, incluso sistemas de regado) comunicarse entre sí y dar prioridad a sus necesidades.
Hasta tal punto las computadoras forman parte de nuestra vida, que podríamos llegar a pensar que la vida pasa por ellas. Como escuché decir alguna vez “Si no estás en Google, no existes”. Y si bien Google puede ser una buena herramienta para buscar información instantáneamente, nunca puede traer sabiduría. Lo mismo sucede con las redes sociales. Sí bien pueden ser una herramienta para conectar a las personas, nunca suplantarán la interacción cara a cara. De hecho, la adicción a las computadoras y a las redes sociales genera aislamiento, baja autoestima e, incluso, depresión.
Así como la Biblia afirma que la historia de este mundo no terminará por causa de una falla informática, sino por la irrupción sobrenatural de la segunda venida de Cristo, la plenitud de una vida renovada por Dios y enriquecida por la interacción con nuestros seres amados también pasa fuera de Google, Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat o cualquier otra red social. Y así como estas nunca pueden suplantar la real interacción con nuestros seres queridos, no existe una aplicación específica para conectarnos virtualmente con Dios.
Hoy, te invito a utilizar los dos verdaderos canales de comunicación con Dios: la oración y el estudio de la Biblia, para cultivar la única relación genuina que puede traer paz y felicidad a tu vida. MB

Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
#UnDíaHistórico #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaJovenes #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian

LA MANO DE DIOS EN LA HISTORIA

«Él […] quita reyes y pone reyes». Daniel 2:21

La biblia es la historia más antigua y abarcante puesta a nuestra disposición.
Surgió de la fuente de la verdad eterna y una mano divina ha preservado su pureza a través de los siglos. Ilumina el lejano pasado en el cual en vano trata de penetrar la investigación humana. Solamente en la Palabra de Dios contemplamos el poder que fundó la tierra y extendió los cielos. Tan solo en ella hallamos el relato auténtico del origen de las naciones. Únicamente en ella se presenta la historia de la humanidad libre de prejuicios y del orgullo humanos.
En los anales de la historia humana, el crecimiento de las naciones, el levantamiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas humanas. Los acontecimientos parecen ser determinados, en gran parte, por el poder, la ambición o el capricho humano. Sin embargo, en la Palabra de Dios se descorre el velo, y podemos advertir detrás, encima y entre la trama y la urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los seres humanos, los agentes del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los designios de su divina voluntad.
La Biblia revela la verdadera filosofía de la historia. En las palabras de belleza inmaculada y ternura que el apóstol Pablo dirigió a los filósofos de Atenas, se expone el propósito que tenía Dios al crear y distribuir las razas y las naciones. Él «de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación, para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros» (Hech. 17: 26,27). El Señor declara que cualquiera que lo desee puede «entrar en los vínculos del pacto» (Eze. 20: 37). Al crear la tierra, su propósito era que fuese habitada por seres cuya existencia fuera una bendición para sí mismos y para los demás, y que honraran a su Creador. Todos los que quieran pueden identificarse con este propósito. De ellos se dirá: «Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará» (Isa. 43: 21).
El Señor ha revelado en su ley los principios básicos de la verdadera prosperidad, tanto de las naciones como de los individuos. «Porque esta es su sabiduría y su inteligencia», declaró Moisés a los israelitas, refiriéndose a la ley de Dios. «Porque no es algo que ustedes puedan tomar a la ligera; esta ley es vida para ustedes» (Deut. 4:6, RVC; 32: 47, DHH). Las bendiciones prometidas a Israel, se ofrecen, en las mismas condiciones y en igual magnitud, a toda nación y a todo individuo que existe debajo del cielo.— La educación, cap. 19, pp. 157-158.

Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Por: Elena G. de White
#DeVueltaAlHogar #MeditacionesMatutinas #DevocionMatutinaParaAdultos #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian