Jehová, no retengas de mí tus misericordias; tu misericordia y tu verdad me guarden siempre. (Salmos 40:11).
Hace un tiempo mi esposo y yo emprendimos un largo viaje, cada uno en un auto diferente. Iba a ser un viaje agotador, pero estábamos contentos, ya que veríamos a nuestras familias. El auto que yo manejaba de repente se detuvo en medio de un puente.
Dios envió a un primer ángel en menos de cinco minutos. Un señor se estacionó delante de mi auto. Pensando que era un problema relacionado con la batería del auto se acercó lo más que pudo para conectar unos cables. Sin embargo, aquello no funcionó. Descubrimos que la bomba de gasolina no funcionaba y que necesitábamos reemplazarla.
Al rato el auto encendió y pudimos llegar hasta una parada para camiones. Para mi sorpresa, a mi lado se estacionó otro auto que también tenía un problema mecánico. Aquel fue el segundo ángel. Mi esposo saludó al conductor y durante la conversación este se ofreció a cambiar la bomba de gasolina, que gracias a Dios llevábamos de repuesto. Aquella fue una buena noticia para nosotros, ya que en medio del camino iba a ser muy difícil encontrar ayuda, y mucho menos a un mecánico. Nos sentimos muy contentos y agradecidos porque podríamos continuar a la mañana siguiente.
Sé que no siempre las cosas tienen un final tan feliz. En este mundo, son muchas las situaciones difíciles que enfrentamos, pero cada incidente nos ayuda a confiar en un Dios que siempre está a nuestro lado. Puedo testificar de su poder y creo que en todo momento hay ángeles que nos ayudan en el camino de la vida.
«Los ángeles son servidores de los creyentes, pues aunque son superiores a ellos en naturaleza (Sal. 8:4-5), son sin embargo inferiores en gracia (Efe. 3:10). En este plano sobrenatural de la gracia es en el que los ángeles prestan sus servicios a los creyentes, pues son enviados por causa de los salvos no solo para asistirles (Hech. 12:7), sino también para servirles, de la misma forma como sirven al Señor» (Mat. 4:11) (Comentario bíblico de Matthew Henry, p. 491).
Quizá en este momento no seas consciente de la presencia de tu ángel guardián, pero agradécele a nuestro Dios porque nos guardan.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yerusi Hernández
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