Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino el tentador, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». Mateo 4:2,3
El enemigo sabe perfectamente cuáles son los momentos cuando las defensas del cristiano son más débiles o en que tiene las mayores probabilidades de vencerlo. No vino para tentar a Jesús en su primer día de ayuno; vino después de que el Señor ya llevaba cuarenta días sin probar alimento. Lo atacó cuando el hambre era más intensa. En el momento de mayor necesidad le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan».
Es probable que, cuando Satanás mencionó la palabra 'pan', los ojos de nuestro Señor vieran en aquellas piedras algo parecido al delicioso pan que su madre horneaba en Nazaret. No olvidemos que él era como nosotros. El hambre era real, y la tentación, muy fuerte. Una fuerte tentación para Jesús era que él podía convertir cualquiera de aquellas piedras redondas en un verdadero pan. Solamente se necesitaba la orden de Jesús para que aquellas piedras se convirtieran en aquello que más deseaba.
No obstante, aunque tenía el poder de hacerlo, no quiso ejercerlo, porque habría sido dudar de Dios, hacer algo en beneficio propio y probablemente aceptar la autoridad de Satanás. Para nosotros no habría sido una tentación, pero para Jesús sí lo fue. Jesús no cedió, por muchas razones. Una de ellas era que su misión consistía en derrotar a Satanás donde Adán había fracasado: la satisfacción del apetito.
Sí, el enemigo sabe cuándo es el mejor momento para atacarnos. Hace propuestas apetecibles para que aceptemos sus insinuaciones. Precisamente cuando tienes un salario que no te alcanza para cubrir los gastos, te ofrece un gran empleo, pero tienes que trabajar los sábados. Cuando los lazos conyugales comienzan a debilitarse, aparece alguien que te presenta atrayentes insinuaciones. Cuando el presupuesto no alcanza para cubrir los gastos de la educación cristiana de tus hijos, te susurra al oído: «Usa los diezmos. Tus hijos son más importantes que las necesidades de la iglesia». Incluso te recuerda versículos como «El que no provee para los suyos, es peor que un infiel y ha negado la fe». En el momento de un accidente, o de un diagnostico médico que te informa de una enfermedad terminal, se presenta para destruir tu fe y tu confianza en Dios.
Cuando sientas que tus defensas se debilitan, ataca valerosamente poniéndose bajo las alas de tu Defensor. Decide hoy mantenerte firme junto a Jesús. Pídele que te ayude a vencer tus apetitos, tus deseos y cualquier oferta que el maligno te ofrezca.
Tomado de la matutina Siempre Gozosos
El enemigo sabe perfectamente cuáles son los momentos cuando las defensas del cristiano son más débiles o en que tiene las mayores probabilidades de vencerlo. No vino para tentar a Jesús en su primer día de ayuno; vino después de que el Señor ya llevaba cuarenta días sin probar alimento. Lo atacó cuando el hambre era más intensa. En el momento de mayor necesidad le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan».
Es probable que, cuando Satanás mencionó la palabra 'pan', los ojos de nuestro Señor vieran en aquellas piedras algo parecido al delicioso pan que su madre horneaba en Nazaret. No olvidemos que él era como nosotros. El hambre era real, y la tentación, muy fuerte. Una fuerte tentación para Jesús era que él podía convertir cualquiera de aquellas piedras redondas en un verdadero pan. Solamente se necesitaba la orden de Jesús para que aquellas piedras se convirtieran en aquello que más deseaba.
No obstante, aunque tenía el poder de hacerlo, no quiso ejercerlo, porque habría sido dudar de Dios, hacer algo en beneficio propio y probablemente aceptar la autoridad de Satanás. Para nosotros no habría sido una tentación, pero para Jesús sí lo fue. Jesús no cedió, por muchas razones. Una de ellas era que su misión consistía en derrotar a Satanás donde Adán había fracasado: la satisfacción del apetito.
Sí, el enemigo sabe cuándo es el mejor momento para atacarnos. Hace propuestas apetecibles para que aceptemos sus insinuaciones. Precisamente cuando tienes un salario que no te alcanza para cubrir los gastos, te ofrece un gran empleo, pero tienes que trabajar los sábados. Cuando los lazos conyugales comienzan a debilitarse, aparece alguien que te presenta atrayentes insinuaciones. Cuando el presupuesto no alcanza para cubrir los gastos de la educación cristiana de tus hijos, te susurra al oído: «Usa los diezmos. Tus hijos son más importantes que las necesidades de la iglesia». Incluso te recuerda versículos como «El que no provee para los suyos, es peor que un infiel y ha negado la fe». En el momento de un accidente, o de un diagnostico médico que te informa de una enfermedad terminal, se presenta para destruir tu fe y tu confianza en Dios.
Cuando sientas que tus defensas se debilitan, ataca valerosamente poniéndose bajo las alas de tu Defensor. Decide hoy mantenerte firme junto a Jesús. Pídele que te ayude a vencer tus apetitos, tus deseos y cualquier oferta que el maligno te ofrezca.
Tomado de la matutina Siempre Gozosos
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