Anímate y esfuérzate… no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará. 1 Crónicas 28:20.
David se estaba poniendo viejo y débil. Sus días de matar gigantes y ser perseguido por toda la tierra por Saúl ya habían pasado. Sabía que sus últimos días estaban llegando.
Antes de morir quería que todos en Israel supieran que Dios había elegido a su hijo Salomón como el siguiente rey. Y tan importante como esto era su anuncio de que Salomón llevaría a cabo los planes largamente acariciados de su padre, de construir el Templo para el Señor.
David había reunido piedras preciosas, oro, plata, madera cara y un surtido de costosos materiales de construcción. Deseaba dar las instrucciones finales a Salomón en presencia de todos los príncipes y dirigentes del reino.
Como David estaba débil y postrado en cama, nadie esperaba que fuese a la gran asamblea pero, a último momento, el Espíritu de Dios vino sobre él y se paró sobre sus pies para dar su discurso final.
David sabía que Salomón era joven y podría amedrentarse ante la responsabilidad de ser rey y hacerse cargo del proyecto de construcción, así que se volvió a su hijo enfrente de todos y habló las palabras alentadoras que aparecen en nuestro texto. Es un buen consejo incluso hoy en día.
Después de contarles sobre todo el material que había juntado para la gran construcción, David imploró a los líderes su ayuda.
“¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?” (1 Crónicas 29:5).
Desde los jefes de familias y los príncipes de las tribus hasta los capitanes de miles y cientos, todos estuvieron felices de servir en el trabajo de construcción más grande que alguna vez haya emprendido Israel.
“Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente… a Jehová. Así mismo se alegró mucho el rey David” (vers. 9, 10).
“Con el interés más profundo, el rey había reunido aquellos preciosos materiales para la construcción y para el embellecimiento del Templo. Había compuesto los himnos gloriosos que en los años venideros habrían de resonar por sus atrios” (Patriarcas y profetas, p. 8l6).
Ahora, David podía ir a la tumba en paz y con felicidad, esperando la resurrección y sabiendo que Dios estaría con su pueblo, siempre y cuando ellos realmente así lo quisieran.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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