miércoles, 27 de abril de 2016

CÓMO DECIR “¡YAHOO!” CON DIOS

“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios, porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”. Hebreos 4:9,10

Aquí tienes cinco estrategias simples para mantener la presencia de Dios viva en tu sábado:
Guarda las puertas. Las puertas del sábado son los ocasos en el atardecer el viernes y el sábado. Dios inició la creación de la tierra con la oscuridad convertida en luz, y el cálculo bíblico ha llevado desde entonces la cuenta del tiempo con la cadencia de “la tarde y la mañana” (ver Gén. 1). Por ello, “desde la tarde hasta la tarde siguiente, guardaréis vuestro sábado” (Lev. 23:32, NC). Jesús lo hizo (Mar. 1:21, 32) y nosotros también podemos hacerlo. ¿Cómo? Guardar las puertas significa estar a la puerta para dar a Dios la bienvenida a tu sábado. Reproducir tu CD favorito de música religiosa. Cantar (si eres de los que canta) o interpretar un himno. Juntar a tu familia o reunirte con amigos y reivindicar la promesa de Jesús: “Venid a mí [… ] y yo os haré descansar” (Mat. 11:28). Escoger un Salmo o un capítulo de la Biblia para memorizarlo. Luego unirse en oración para dar la bienvenida al Señor del sábado. Guarda la puerta trasera haciendo algo similar cuando termine el sábado a la puesta de sol.
Tómate un descanso. Según un sabio chino, esta es la biografía de Occidente en tres palabras: Apresúrate, preocúpate, entierra. ¿Quién tiene tiempo para reducir la marcha y reposar? Leo que los políticos hablan un cincuenta por ciento más deprisa de lo que lo hacían en la década de 1940 y que interpretar la Quinta Sinfonía de Beethoven lleva ahora un veinte por ciento menos de tiempo que cuando se compuso. ¡No es de extrañar que estemos agotados! Mi amigo Larry Ulery, miembro del cuerpo docente aquí en Andrews, me dijo que su epitafio favorito para una lápida es: “Lo acabó todo. Pese a ello, ¡murió!” Reduce la marcha y tómate un descanso (en la noche del sábado).
Acude a la iglesia. M. L. Andreasen dice de los elegidos de Dios que son “tres veces bienaventurados”: bienaventurados por ser elegidos, por adorar en un lugar que es bendito en un día que está bendecido. “Sin duda, en tales circunstancias, cabe esperar la más rica bendición de Dios” (The Sabbath, pp. 47, 48). Comparte el gozo del culto colectivo.
Da de ti mismo. Isaías 58, que termina con el sábado, es, en realidad, un amplio llamamiento a atender a los necesitados (un llamamiento que examinaremos posteriormente este año). Los siete milagros que Juan registra de Jesús en sábado son prueba suficiente de que es un día para servir a los demás. Asilos para ancianos, gente discapacitada que no puede salir de casa, hospitales, viviendas en zonas urbanas deprimidas: el sábado no consiste en servirse a uno mismo. Consiste en darse.
Gloríate en tu Dios. “Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal. 37:4). Porque solo hay una palabra para un Dios como el nuestro: “¡Yahoo!”

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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