«Jesús le dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6).
Probablemente alguna vez haya oído a alguien decir: «Cree lo que quieras, lo importante es que creas». Piénselo. ¿Es verdad? ¿Conducen todos los caminos a Roma? ¿Cómo puede alguien decir que da igual lo que crea, siempre y cuando crea? ¿Acaso no se ha perdido gente que creía estar en el camino correcto?
Por otra parte, ¿qué pasa con los mecánicos que reparan los automóviles? ¿Puede alguien decir que da lo mismo lo que el mecánico crea al reparar el motor siempre que sea sincero? Y podríamos alargar tanto como quisiésemos esta ilustración.
A través de los años, los seres humanos se han inventado cualquier excusa para justificar que no es necesario creer en el Dios verdadero. Todo comenzó en el cielo cuando Lucifer dijo: «Sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo» (Isa. 14: 14). Los seres humanos se han creado sus propios dioses, como Buda, Krishna o Confucio, para sustituir al Dios verdadero. Asimismo, también ha habido falsos profetas como Joseph Smith y Mahoma.
Todos esos dioses son, en su origen, invenciones de los seres humanos, que han escogido rechazar al Dios verdadero y crearse sus propios dioses. Para algunos, el mayor de los dioses del hombre es el hombre mismo. Así piensan los seguidores de la Nueva Era, que creen que no necesitamos ningún Dios porque nosotros mismos ya somos dioses. Es bastante obvio que, aunque el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, la humanidad no es en absoluto Dios.
Mi esposa y yo servimos durante años en el sur de Asia. Allí pude ver «vacas sagradas», «monos sagrados» y «árboles sagrados». Inspirado por el Espíritu Santo, el apóstol Pablo escribió sobre «los que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén» (Rom. 1:25).
No, todos los caminos no conducen a Roma. En otras palabras, no todos los que hablan del cielo entrarán en él. Isaías 45:22 afirma claramente: «¡Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro!». Basado en Juan 14:1-16
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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