lunes, 5 de agosto de 2013

SU VOZ SE HIZO ESCUCHAR

No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles…por medio de la verdad traerá justicia. Isaías 42:2, 3.

Desde su niñez, Jesús conformó estrictamente su vida a las leyes judías. Él manifestó gran sabiduría en su juventud. La gracia y el poder de Dios estaban sobre él. Por boca del profeta Isaías, la Palabra de Dios describe la función y la obra de Cristo, y muestra el cuidado y el amparo de Dios para con su Hijo en su misión en la tierra, de manera que no se le permitiera al odio sin piedad de los hombres y las mujeres, inspirado por Satanás, impedir que frustrara el propósito del gran plan de salvación…
La voz de Cristo no se escuchó en la calle en una ruidosa contienda con los que se oponían a su doctrina. Tampoco se oyó su voz en la calle en oración a su Padre… Su voz no se escuchó en gozosa algarabía. Su voz no subió de volumen, para exaltarse a sí mismo y ganar el aplauso y la adulación de los pecadores.
Cuando se ocupaba en la enseñanza, apartaba a sus discípulos del ruido y la confusión de la ajetreada ciudad y los llevaba a un lugar retirado, más en armonía con las lecciones de humildad, piedad y virtud que deseaba dejar en sus mentes. Huía de la alabanza humana, y prefería la soledad y un lugar de retiro pacífico al ruido y la confusión de la vida mortal. A menudo se escuchaba su voz en intercesiones intensas y perseverantes ante su Padre; pero para estas prácticas elegía los montes solitarios, y frecuentemente pasaba noches enteras en oración, suplicando las fuerzas que lo sostuvieran ante las tentaciones que debía enfrentar y para cumplir la obra importante que vino a realizar para la salvación de la humanidad. Sus peticiones eran intensas y mezcladas con fuerte clamor y lágrimas. Y pese a la labor del alma durante la noche, no cesaban sus labores durante el día…
A los jefes de los sacerdotes y los escribas, y a los ancianos les encantaba orar en los lugares más públicos, no solo en las atiborradas sinagogas, sino además en las esquinas de las calles, para ser vistos por todos y alabados por su devoción y piedad. Sus actos de caridad eran hechos de la manera más pública, y para el propósito de llamar la atención de la gente hacia ellos mismos. Sus voces ciertamente se oían en las calles no solo para exaltarse a sí mismos, sino también para discutir con los que diferían de ellos en doctrina… El Señor, por medio de su profeta fiel, muestra la vida de Cristo en contraste marcado con los hipócritas jefes de sacerdotes, los escribas y los fariseos -Review and Herald, 31 de diciembre de 1872.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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