“Deja el vino y las bebidas fuertes 1 para los decaídos y deprimidos” (Proverbios 31:6).
Hay quienes dicen que no tiene nada malo ingerir alcohol si se hace con moderación. Uno de los pasajes bíblicos que se usan para justificar esa posición es Proverbios 31:6 y 7, donde se le prescribe al rey dar alcohol a los decaídos y deprimidos: “¡Que beban y no vuelvan a acordarse de su pobreza y sufrimientos!” ¿Qué quiso decir el proverbista en ese pasaje?
Proverbios 31 es un poema escrito por el rey Lemuel. Según Lemuel, hay dos cosas que pueden destruir la capacidad de un rey de actuar rectamente: las mujeres y el vino. Como sus responsabilidades son muy significativas, y no puede exponerse a dar un veredicto a favor de la impiedad, el vino no es para gente como él, sino para aquel que no tiene ninguna responsabilidad en la vida. La Biblia de Jerusalén traduce el versículo 6 de la siguiente manera: “Dad licor al perdido y el vino al amargado”. ¿Eres tú un perdido? ¿Eres un amargado? El alcohol es para los derrotados, para los deprimidos, para los que no tienen nada por lo cual luchar. Pero si eres hijo, estudiante, empleado, médico, ingeniero, constructor, profesor, si todavía tienes que tomar decisiones que definirán tu futuro, entonces huye del alcohol. Quizá digas: “Es que, como dice el texto, bebo para olvidar mi pobreza y mis sufrimientos”. Sí, pero cuando se pasan los efectos del alcohol serás más pobre, y tu sufrimiento habrá aumentado. El alcohol no es la solución a tus problemas.
La bebida te llevará a la insolencia y al desorden (Proverbios 20:1). Proverbios 23:31 al 35 dice que el vino se desliza suavemente (la primera copita), pero al final muerde como una serpiente (te lleva al alcoholismo); provoca que veas o te imagines cosas absurdas y, finalmente, hará que tu vida sea como un objeto que yace en alta mar. ¿Y sabes cómo comenzó la debacle? Con una simple “copita social”.
Los que “se emborrachan se olvidan de la ley” (Proverbios 31:5, TLA); pero el deseo de Dios es que meditemos siempre en ella (Salmo 1). Tú no eres un perdido, no eres un amargado. Eres un príncipe, una princesa; un hijo o una hija del rey del universo. ¡El alcohol no es para ti!
Tomado de Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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