Y si me matan, que me maten. Ester
Dios escribe recto en renglones torcidos y a pesar de la juventud de Ester, de su ocultamiento de su verdadera identidad, de sus presiones como reina de Persia y de su entorno alejado de los principios divinos, el Señor la escogió para una ocasión muy especial. Con errores y todo, nosotras somos los instrumentos que Dios usa para su obra.
En una primera instancia, Ester no vio clara su intervención. Cuando Mardoqueo le pidió “que hablara personalmente con el rey y le suplicara que interviniera en favor de su pueblo” (Est. 4:8) ella trató de esquivar la responsabilidad diciéndole que hacía ya treinta días que el rey no la llamaba, y que si se atrevía a hablar con él, probablemente moriría (ver Est. 4:11). Sin embargo, su padre adoptivo, Mardoqueo, insistió nuevamente: “Si ahora callas y no dices nada, la liberación de los judíos vendrá de otra parte, pero tú y la familia de tu padre morirán. ¡A lo mejor tú has llegado a ser reina precisamente para ayudarnos en esta situación!” (Est. 4:14). Literalmente Mardoqueo estaba pidiéndole a Ester que saliera de su escondite y arriesgara su vida por salvar a un pueblo al que nadie sabía que pertenecía.
Ester puso su decisión en manos de Dios: “Ve y reúne a todos los judíos de Susa, para que ayunen por mí. Que no coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Mis criadas y yo haremos también lo mismo, y después iré a ver al rey, aunque eso vaya contra la ley. Y si me matan, que me maten” (Est. 4:16). Aquella joven que había sido valorada únicamente por su belleza y que había ocultado su condición de hija del Dios Altísimo, mostró finalmente entereza y fe, y a través de ella se efectuó la liberación del exterminio de todo un pueblo.
Dios se propone obtener grandes logfos a través de ti. Tal vez hasta el momento has guardado tus convicciones para ti misma por razones que para ti son totalmente válidas; tal vez hasta ahora has estado en segundo plano porque te consideras fea, incapaz, o poca cosa. Pues bien, Dios quiere encontrarte en una situación en la que pueda utilizarte para el adelanto de su obra. ¿Te dejarás utilizar por él?
“Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Cor. 4:7-9, RV95).
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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