sábado, 10 de agosto de 2013

HAZ LO QUE DICES

Lugar: Tennessee, EE.UU.
Palabra de Dios: 1 Juan 3:18

— ¿Qué piensas acerca de arrojar los desperdicios en cualquier parte? —preguntaba yo—. ¿Lo harías?
La respuesta que recibía era siempre la misma: «No, por supuesto que no. Nunca tiraría la basura en cualquier lado. Me parece que esta mar. La mayoría de la gente hasta me dijo que levantaría la basura y la tiraría en un tacho.
Sus respuestas me dejaron perpleja. Después de hacer la misma pregunta a unas cien personas y de obtener la misma respuesta, comencé a preguntarme por qué entonces encontramos tanta basura tirada por ahí. Decidí hacer una pequeña observación, y ver a las personas en acción.
Después de hacer un bollo con un papel de color brillante, lo arroje al suelo, cerca de la entrada a un edificio. Había un tacho de basura al lado del papel, así que cualquiera podría levantar el papel y tirarlo en el tacho.
Luego, me senté durante casi una hora, mientras la gente entraba y salía del edificio. Pasaban al lado del pedazo de papel, pero nadie se detuvo a recogerlo. En cierto momento, puse una moneda de un centavo al lado del papel. Alguien se agachó a recoger la moneda, pero dejó el papel en el mismo lugar. Justo cuando estaba ya por irme, alguien finalmente se detuvo y tiró el papel al tacho: solo una persona, entre toda esa gente.
¿Has escuchado decir que las acciones hablan más fuerte que las palabras? Por eso se nos recomienda que hagamos lo que predicamos y que prediquemos lo que hacemos. La Biblia dice: «Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad». No es suficiente hablar de hacer lo correcto; en lugar de ello, la forma en que vivimos reflejará lo que creemos.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿QUÉ OPINIÓN TIENES DE TI MISMA?

Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas; haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro. Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos. Isaías 45: 2-3

La conversación que sostuve con ella duró más o menos una hora, y durante todo ese tiempo el tenor de la charla fue el mismo. Muchas veces la escuché decir: «Soy una tonta», «Yo tengo la culpa». «Todo me sale mal». Confieso que fue agotador.
 Intenté de muchas maneras refutar las expresiones descalificadoras que profería de ella misma, pero no lo conseguí. Traté de que se juzgara con menos dureza, pero Fue imposible. Me despedí de aquella dama con la seguridad de que no estaba en condición de cambiar la manera en que se percibía a sí misma. Me pareció que la posición de víctima le resultaba cómoda, pues podría culpar a medio mundo de sus fracasos, sin hacerse responsable de ellos. Aunque era una mujer físicamente atractiva, intelectualmente preparada y que gozaba de una buena posición social, tenía una pésima opinión de su persona.
De la valoración que hagamos de nosotras mismas dependerá la consideración que los demás nos extiendan. La persona que se considera de poco valor será tratada a la ligera. Pero quien sea consciente de su valor y de sus capacidades, se tendrá en alta estima y también lo expresará a otros.
Esa opinión acerca de uno mismo comienza a formarse durante las primeras etapas de la vida, y a veces la adquirimos de nuestros padres, hermanos, maestros, amigos, y más tarde de las personas que poco a poco aparecen en nuestras vidas. Hay algunas jóvenes que son apoyadas emocionalmente, son amadas y valoradas, y eso las ayuda a desarrollar personalidades saludables. Por el contrario, las que viven en contacto con personas hostiles, tendrán carencias emocionales que bien podrían marcar sus vidas.
Afortunadamente, las consecuencias de haber vivido en un medio hostil se pueden revertir al poner a prueba nuestras capacidades, aceptando retos y sobre todo al entregar nuestras vidas en manos de Dios. Nadie que haya entregado su vida a la dirección divina, estará determinado al fracaso. Él nos hizo para lo bueno y lo superior.
Querida hermana, ¡aférrate hoy al Señor con la certeza de que Dios pagó por ti un precio elevadísimo!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

SALVAR O PERDONAR

No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado (Levítico 19:17).

El odio es un virus difícil de curar. Es también un parásito que sobrevive a costa de nuestra vida y nuestra felicidad. Sin embargo, aunque ardua, la sanación es posible.
Michael Cristofer, en su obra de teatro Black Angel [Ángel negro], cuenta la historia de un general de la Alemania nazi a quien el tribunal de Nuremberg había condenado a treinta años de prisión por las atrocidades que cometieran sus soldados. Se llamaba Hermann Engel. Por cierto, en alemán, Engel quiere decir ángel. Al terminar su sentencia, Engel fue liberado y se retiró a una pequeña cabaña en las montañas de Alsacia, Francia, tratando de olvidar su pasado y vivir en paz. Morríeaux, sin embargo, esperaba su turno.
La familia de Morrieaux, un periodista francés, había sido masacrada por las tropas de Engel. Cuando el tribunal de Nuremberg se negó a sentenciarlo a muerte, Morrieux selló el destino de Engel en su propio corazón. Treinta años después viajó al pueblo cercano a la cabaña y allí convenció a los fanáticos para que subieran y quemaran a Engel y a su esposa.
Antes de caer la noche, sin embargo, Morrieaux subió para entrevistar a su víctima. Había detalles de la historia que Morrieaux deseaba investigar. Cuando Morrieaux estuvo frente a Engel, quedó confundido. Vio una figura endeble y temblorosa. Un anciano torturado por su conciencia que solo quería descansar. Conforme avanzaba la entrevista, Morrieaux decidió salvar al pobre anciano. Le reveló lo que pasaría en unas pocas horas y le dijo que estaba dispuesto a sacarlo de allí y salvar su vida. Engel le contestó lentamente: “Iré con usted con una condición: que me perdone”. Morrieux trastabilló. Estaba dispuesto a salvar a ese anciano endeble pero, ¿perdonarlo? ¡Nunca!
Esa noche los aldeanos subieron y asesinaron a Engel y a su esposa. ¿Por qué Morrieaux no pudo perdonar? Se había convertido en prisionero de su odio. La venganza se había convertido en su razón de existir y había devorado su alma. En cierto modo, Morrieaux se había convertido en su odio. No le pertenecía. Él pertenecía a su odio.
Dios nos pide que perdonemos a quienes nos hieren. El perdón, y solo el perdón, sanará nuestra alma. Pide a Dios que esta mañana te dé el poder de perdonar a la persona que te haya hecho daño.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

UN MODELO PARA LOS JÓVENES

Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría. Lucas 2:40.

El pueblo judío acariciaba ideas equivocadas acerca del Mesías y de su obra…
Buscaban la gloria que acompañará a la segunda venida de Cristo, a la vez que pasaban por alto la humillación que debía acompañar su primer advenimiento.
Pero con sus preguntas acerca de las profecías de Isaías, que apuntaban hacia su primera venida, Jesús arrojaba luz sobre las mentes de las personas que se mostraban dispuestas a recibir la verdad. Antes de venir a la tierra, él mismo les había dado estas profecías a sus siervos, quienes las habían escrito, y ahora, a medida que estudiaba la Biblia, el Espíritu Santo traía estas cosas a su mente, y lo impresionaba acerca de la gran obra que debía realizar en la tierra. Aunque crecía en conocimiento y la gracia de Dios estaba con él, no se enorgulleció ni sintió que estaba por encima de la realización del deber más humilde. Llevó su parte de la carga, junto con su padre, su madre y sus hermanos. A pesar de que su sabiduría había asombrado a los doctores, se sometió humildemente a la tutela de sus guardianes humanos. Soportó lo que le correspondía de las cargas familiares, y trabajó con sus propias manos como lo habría hecho cualquier obrero. De Jesús se dijo que a medida que avanzaba en años “crecía en sabiduría, en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Luc. 2:52).
El conocimiento que adquiría diariamente acerca de su misión maravillosa no lo descalificaba para la realización de los deberes más humildes. Realizaba alegremente el trabajo que les corresponde a los jóvenes que viven en hogares humildes, presionados por la pobreza. Comprendía las tentaciones de los niños, porque tuvo que soportar sus tristezas y pruebas. Su propósito de hacer el bien fue firme y constante. Aunque fue inducido hacia el mal, rehusó apartarse una sola vez de la verdad y la rectitud más estrictas. Mantuvo una obediencia filial perfecta; pero su vida inmaculada suscitó la envidia y los celos de sus hermanos.
Su niñez y su juventud fueron cualquier cosa, menos fáciles y alegres.
Sus hermanos no creían en él, y se irritaban porque no actuaba como ellos en todas las cosas ni se transformaba en uno de ellos en la práctica del mal. En su vida hogareña fue alegre, pero nunca ruidoso. Siempre mantuvo la actitud de quien estaba dispuesto a aprender. Se deleitaba en el estudio de la naturaleza, y Dios fue su maestro-Youth’s Instructor, 28 de noviembre de 1895; parcialmente en Exaltad a Jesús, p. 71.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

viernes, 9 de agosto de 2013

BIENVENIDO A CASA

Lugar: Filipinas
Palabra de Dios: 1 Tesalonicenses 4:16, 17

—Volveré en dos semanas —dijo papa, mientras llevaba su maleta al auto.
Se dirigía al país de Bangladesh, a enseñar una materia en la escuela de extensión de nuestro colegio. Mi hermano y yo contamos ansiosamente los días que faltaban para que papa volviera. Diez días más, nueve, ocho, siete… A medida que el día de su regreso se acercaba, se me ocurrió una idea.
—Hagamos algo especial para darle la bienvenida a casa.
Fuimos rápido hasta la librería, después de la escuela, y compramos unas cartulinas. Cuando llegamos a casa, comenzamos a trabajar en nuestro proyecto. Usando marcadores de colores brillantes; dibujamos en las cartulinas. El toque final fueron las palabras «Bienvenido a casa, papa», que escribimos con colores fuertes.
El día de su llegada pegamos los carteles sobre la puerta del garaje para que, cuando papa llegara con el auto, lo primero que viera fuera nuestros carteles. Queríamos que papa supiera que estábamos felices porque había regresado.
Los carteles se convirtieron en una tradición en nuestra casa. Cada vez que alguien se iba por un tiempo más o menos largo, los demás miembros de la familia hacían carteles nuevos, para pegar sobre la puerta del garaje. El mensaje siempre decía: «Bienvenido a casa».
«Bienvenido a casa». Eso es lo que Jesús quiere decirnos a ti y a mí. Él ha prometido volver y llevarnos a vivir con él para siempre. «El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitaran primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LA APARIENCIA DEL ESPOSO HABLA MUCHO DE SU CÓNYUGE

Mujer ejemplar, ¿donde se hallará? […] Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos. Proverbios 31: 10, 13

Camisas planchadas, calcetines limpios y todo bien acomodado en un cajón del armario; un perfume varonil; corbatas sin manchas y navajas de rasurar nuevas, son los mejores artículos de belleza que todo varón aprecia. La imagen que tu esposo presenta en su trabajo, ante sus compañeros, ante sus amigos y ante los vecinos, es vital para que tenga éxito como persona. No necesitamos tener cuerpos perfectos, ni tampoco llenar los armarios con ropa costosa para mostrar una buena imagen. Únicamente hacen falta dos elementos: buen gusto y pulcritud.
El arreglo personal de su esposo es la mejor promoción que una esposa hace de sí misma. No importa lo «arregladitas» que andemos nosotras, si nuestro esposo es la personificación del mal gusto y del descuido en su arreglo personal, quedará en entredicho la clase de esposas que somos.
Mucha gente dice que los varones acunan con más denuedo el niño que todos tenemos dentro. Muchos de ellos esperan de su esposa asesoría y consejo a la hora de escoger su indumentaria, así como lo hace un chico. Hazlo con gusto, corno si fueras tú la que va a vestir determinada prenda. Los cuellos arrugados, los puños ennegrecidos, las corbatas manchadas, los calcetines rotos, la falta de pulcritud en el corte de pelo, te dejan a ti muy mal parada en cualquier lugar donde tu esposo se presente.
Amiga, en esta época en la que hay tanta tecnología, todavía existen el agua y el jabón, las agujas y las planchas. Si no tienes los medios económicos para encargar a otras personas el cuidado de la vestimenta de tu esposo, ¡hazlo tú misma! Esta puede ser una de las mejores demostraciones de amor y cuidado. Piensa que la apariencia personal de tu esposo depende en gran medida de ti. No importa si él se desempeña como ejecutivo de una gran empresa, o quizá como conductor de taxi, comerciante o albañil. El asunto es que necesita verse bien para sentirse bien, y te aseguro que igualmente te sentirás también orgullosa al verlo feliz.
Haz que por tu medio se cumpla en tu esposo lo que el sabio escribió: «Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar» (Prov. 31: 23).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

AMA A TUS ENEMIGOS

Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados (Lucas 6:35).

Esta orden de nuestro versículo para hoy es una de las más difíciles de cumplir porque se opone totalmente a la naturaleza humana. Pero Peter Miller, un bautista del séptimo día que vivía en Efrata, un pueblo de Pensilvania, en los Estados Unidos, la cumplió.
Cerca de su casa había un hotel, propiedad de un hombre llamado Michael Whitman.
Whitman era enemigo de la revolución y miembro de la Junta Directiva de la Iglesia Reformada local. Michael Whitman odiaba a Peter Miller. Un día se encontró con él y le escupió en la cara. Miller no le hizo caso y Whitman siguió hostigándolo y humillándolo. Una noche dos hombres llegaron al hotel de Whitman para hospedarse. El parlanchín Whitman no sabía que eran agentes encubiertos, así que lo apresaron.
Pocos días después, Miller supo que Whitman había sido sentenciado a morir en la horca.
¿Qué habrías hecho tú en lugar de Peter Miller? Se dirigió a pie, por caminos nevados, a entrevistarse con el general George Washington. Intercedió por la vida de Whitman, pero fue en vano. El general Washington le dijo:
-No, Peter, no puedo perdonar a su amigo. Deseo dar un escarmiento con él.
-Él no es mi amigo -dijo Miller- Michael Whitman es mi peor enemigo. Me provoca continuamente, pero mi Señor me ha ordenado que bendiga a quienes me maldicen y me persiguen.
Washington quedó impresionado.
-¿Dice usted que caminó más de cien kilómetros en medio de este horrible invierno para rogar por la vida de su peor enemigo?
Washington firmó la nota de indulto y la entregó a Miller, que de inmediato se puso en camino a Westchester, lugar donde se llevaría a cabo la ejecución. Miller llegó en el momento justo en que Whitman era conducido al cadalso. Al verlo, Whitman gritó burlonamente.
-Miren, ahí viene ese vejete de Miller, ha caminado cien kilómetros a través de la nieve desde Efrata para darse el gusto de verme colgado en la horca.
Apenas terminó de pronunciar aquellas palabras, Miller gritó a los verdugos:
-¡Alto, traigo una orden de indulto!
Whitman se salvó de la horca, y cuentan que Miller lo llevó de vuelta a Efrata, ya no como enemigo, sino como amigo. Eso hacen los cristianos. ¿Puedes hacerlo tú?.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL JOVEN JESÚS

Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. Lucas 2:52.

Antes de venir a esta tierra, Jesús era un gran Rey en el cielo. Era tan grande como Dios; no obstante, amaba a los pobres de esta tierra tanto que estuvo dispuesto a deponer su corona real, su hermoso manto y venir a esta tierra como uno de la familia humana… Podría haber venido a la tierra con una belleza tal que habría sido distinto de los hijos de la humanidad… Podría haber venido a la tierra de una forma que encantara a quienes lo vieran; pero esta no fue la manera en que Dios pensó llegar entre nosotros. El habría de ser semejante a los que pertenecían a la familia humana y a la raza judía. Sus rasgos habrían de ser como los de otros seres humanos, y no habría de tener tal belleza personal que hiciera que la gente lo señalara como diferente de los demás… Había venido para tomar nuestro lugar, a ofrecerse a sí mismo en nuestro lugar, a pagar la deuda que los pecadores debían. Habría de vivir una vida pura sobre la tierra, y mostrar que Satanás había mentido cuando propuso que la familia humana le pertenecía a él para siempre, y que Dios no podía arrebatarla de sus manos.
La raza humana contempló a Cristo como bebé, como un niño. Sus padres eran muy pobres, y no tuvo nada sobre la tierra, excepto lo que tienen los pobres.
Pasó por todas las pruebas que enfrentan los pobres y los humildes desde que son bebés y niños, desde su juventud hasta su adultez…
En su juventud, trabajó con su padre en el oficio de carpintero, y así mostró que el trabajo no es algo de lo cual avergonzarse. Aunque era el Rey del cielo, trabajó en un oficio humilde, y así reprendió toda ociosidad en los seres humanos…
Quienes están ociosos no siguen el ejemplo que Cristo ha dado, porque desde su niñez fue un modelo de obediencia e industria. Era un placentero rayo de sol en el círculo del hogar. Hacía su parte fiel y alegremente, cumpliendo los humildes deberes que se le pidieron en su vida de pobre. Cristo se hizo uno con nosotros, para poder hacernos bien… El Redentor del mundo no vivió una vida de desahogo y placer egoístas. No escogió ser el hijo de un hombre rico, o estar en una posición en que la gente lo alabara y adulara. Pasó las vicisitudes de los que trabajan para ganarse la vida, y podía aliviar a todos los que tienen que trabajar en un oficio humilde. Se escribió acerca de su vida de trabajo para que nosotros podamos recibir alivio -Youths Instructor, 21 de noviembre de 1895.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White