Por eso, todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloría del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma. 2 Corintios 3:18
La Sra. Boothby, la directora del coro, nos distribuyó algunas partituras. —Muy bien, muchachos —dijo—. Intenten leer a primera vista la primera frase. El piano tocó la introducción y los cantantes titubearon durante unas páginas. Cada uno cantaba una melodía distinta. —Es suficiente —dijo mientras se acercaba al reproductor de CD. Pulsó un botón y de repente el coro escuchaba a otro coro que cantaba la misma canción que habíamos intentado antes. —Así es como se supone que tiene que sonar —dijo Casey—. Ya lo tengo. El resto de los cantantes asintieron con la cabeza mientras recordaban la melodía. —Intentémoslo de nuevo, Sra. Boothby. Podemos hacerlo. Es fácil. ¿Sabes? Era fácil. Bastó con un buen ejemplo para mostrarles cómo tenían que cantar la canción. Los ejemplos también pueden ayudarnos a saber cómo debemos vivir la vida. Las historias de la Biblia nos dan una gran muestra de buena y mala conducta. Si estamos dispuestos a aprender de los errores ajenos, podremos ahorrarnos montones de sufrimiento y lamentaciones. Y si seguimos el ejemplo de los que eligieron bien, seremos mejores personas. Pero incluso las mejores personas tienen debilidades. Por eso necesitamos estudiar la vida de Jesús y hacer que él sea nuestro principal ejemplo. Él es el único que jamás haya vivido una vida perfecta. Si mantenemos los ojos puestos en él y estudiamos su vida, él nos mostrará cómo vivir y nos dará el poder de hacer lo correcto.
Tomado de la Matutina El viaje increíble.
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