Te has preguntado alguna vez por qué el Señor probó a Abraham y no a Lot? La razón probablemente haya que buscarla en que es al santo que anda más cerca del Señor a quien Dios prueba al máximo, para su gloria. Satanás nos tienta para sacarlo peor de nosotros. Dios nos prueba para extraer lo mejor de nosotros, para alabanza de su nombre. Las pruebas más severas no proceden de los hombres, sino de Dios; y, sin embargo, las bendiciones más grandes siempre las acompañan siempre. Dios probó a Abraham; pero a Lot lo probaron Sodoma y el amor del mundo. La verdadera fe siempre se prueba. Al principio Abraham fue probado para que se viera que amaba a Dios más que a su padre. Ahora era probado para que se viera que amaba más a Dios que a su hijo. Dios no quería la vida de Isaac, quería el corazón de Abraham. Abraham amaba mucho a Isaac y Dios quería estar seguro de que el hijo de la promesa no era un ídolo para Abrahán. Dios no le pidió que sacrificara un becerro o un cordero. Le dijo: «Quiero a tu hijo, tu risa, tu gozo, tu único vástago, a quien tanto amas». El patriarca cumplió la orden de Dios con santa resignación. Después de muchos pasos fatigosos por el escarpado terreno que hubo de recorrer con una carga a cuestas, con un corazón abrumado por la pena, llegó por fin al fatídico lugar. Edificó el altar, el más triste de los que había construido en toda su vida. Puso la leña sobre el altar. ¿Y ahora? A darle la noticia a Isaac de que él es el cordero. ¿Cómo pudo Abraham, padre amantísimo, atar aquellas manos inocentes? Después de atarlo sobre el altar, como podemos suponer, entre torrentes de lágrimas, dio y recibió el final beso de despedida. Con un corazón decidido y los ojos levantados al cielo tomó el cuchillo, extendió el brazo y se dispuso a asestar el golpe. Un gran acto de fe y obediencia que merece ser contemplado por Dios., los ángeles y los hombres. ¿Dónde estás tú en tu caminar con Dios hoy? El mensaje de hoy puede ser para ti. Porque estoy seguro de que es para mí. ¿Confías plenamente en Dios, lo suficiente como para poner a tu Isaac en el altar? ¿Qué secretos ídolos amenazan nuestra relación con Dios? Sería bueno hacer hoy un profundo análisis de nuestro corazón. Tomado de la Matutina Felices para Siempre.
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sábado, 13 de junio de 2009
¿HAS PUESTO A TU ISAAC SOBRE EL ALTAR?
Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: «Abraham». Y él respondió: «Heme aquí». Génesis 22:1
Te has preguntado alguna vez por qué el Señor probó a Abraham y no a Lot? La razón probablemente haya que buscarla en que es al santo que anda más cerca del Señor a quien Dios prueba al máximo, para su gloria. Satanás nos tienta para sacarlo peor de nosotros. Dios nos prueba para extraer lo mejor de nosotros, para alabanza de su nombre. Las pruebas más severas no proceden de los hombres, sino de Dios; y, sin embargo, las bendiciones más grandes siempre las acompañan siempre. Dios probó a Abraham; pero a Lot lo probaron Sodoma y el amor del mundo. La verdadera fe siempre se prueba. Al principio Abraham fue probado para que se viera que amaba a Dios más que a su padre. Ahora era probado para que se viera que amaba más a Dios que a su hijo. Dios no quería la vida de Isaac, quería el corazón de Abraham. Abraham amaba mucho a Isaac y Dios quería estar seguro de que el hijo de la promesa no era un ídolo para Abrahán. Dios no le pidió que sacrificara un becerro o un cordero. Le dijo: «Quiero a tu hijo, tu risa, tu gozo, tu único vástago, a quien tanto amas». El patriarca cumplió la orden de Dios con santa resignación. Después de muchos pasos fatigosos por el escarpado terreno que hubo de recorrer con una carga a cuestas, con un corazón abrumado por la pena, llegó por fin al fatídico lugar. Edificó el altar, el más triste de los que había construido en toda su vida. Puso la leña sobre el altar. ¿Y ahora? A darle la noticia a Isaac de que él es el cordero. ¿Cómo pudo Abraham, padre amantísimo, atar aquellas manos inocentes? Después de atarlo sobre el altar, como podemos suponer, entre torrentes de lágrimas, dio y recibió el final beso de despedida. Con un corazón decidido y los ojos levantados al cielo tomó el cuchillo, extendió el brazo y se dispuso a asestar el golpe. Un gran acto de fe y obediencia que merece ser contemplado por Dios., los ángeles y los hombres. ¿Dónde estás tú en tu caminar con Dios hoy? El mensaje de hoy puede ser para ti. Porque estoy seguro de que es para mí. ¿Confías plenamente en Dios, lo suficiente como para poner a tu Isaac en el altar? ¿Qué secretos ídolos amenazan nuestra relación con Dios? Sería bueno hacer hoy un profundo análisis de nuestro corazón. Tomado de la Matutina Felices para Siempre.
Te has preguntado alguna vez por qué el Señor probó a Abraham y no a Lot? La razón probablemente haya que buscarla en que es al santo que anda más cerca del Señor a quien Dios prueba al máximo, para su gloria. Satanás nos tienta para sacarlo peor de nosotros. Dios nos prueba para extraer lo mejor de nosotros, para alabanza de su nombre. Las pruebas más severas no proceden de los hombres, sino de Dios; y, sin embargo, las bendiciones más grandes siempre las acompañan siempre. Dios probó a Abraham; pero a Lot lo probaron Sodoma y el amor del mundo. La verdadera fe siempre se prueba. Al principio Abraham fue probado para que se viera que amaba a Dios más que a su padre. Ahora era probado para que se viera que amaba más a Dios que a su hijo. Dios no quería la vida de Isaac, quería el corazón de Abraham. Abraham amaba mucho a Isaac y Dios quería estar seguro de que el hijo de la promesa no era un ídolo para Abrahán. Dios no le pidió que sacrificara un becerro o un cordero. Le dijo: «Quiero a tu hijo, tu risa, tu gozo, tu único vástago, a quien tanto amas». El patriarca cumplió la orden de Dios con santa resignación. Después de muchos pasos fatigosos por el escarpado terreno que hubo de recorrer con una carga a cuestas, con un corazón abrumado por la pena, llegó por fin al fatídico lugar. Edificó el altar, el más triste de los que había construido en toda su vida. Puso la leña sobre el altar. ¿Y ahora? A darle la noticia a Isaac de que él es el cordero. ¿Cómo pudo Abraham, padre amantísimo, atar aquellas manos inocentes? Después de atarlo sobre el altar, como podemos suponer, entre torrentes de lágrimas, dio y recibió el final beso de despedida. Con un corazón decidido y los ojos levantados al cielo tomó el cuchillo, extendió el brazo y se dispuso a asestar el golpe. Un gran acto de fe y obediencia que merece ser contemplado por Dios., los ángeles y los hombres. ¿Dónde estás tú en tu caminar con Dios hoy? El mensaje de hoy puede ser para ti. Porque estoy seguro de que es para mí. ¿Confías plenamente en Dios, lo suficiente como para poner a tu Isaac en el altar? ¿Qué secretos ídolos amenazan nuestra relación con Dios? Sería bueno hacer hoy un profundo análisis de nuestro corazón. Tomado de la Matutina Felices para Siempre.
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