Cuídense ustedes de toda avaricia; porque la vida no depende de! poseer muchas cosas. Lucas 12: 15
León Tolstói contaba la historia de Paholk, un granjero ruso que había oído hablar de una tribu que poseía una gran cantidad de tierras junto a los montes Urales. Los baskires eran gente generosa, pronta a vender sus propiedades por casi nada. Por eso, Paholk decidió hacer negocios con ellos antes de que recuperasen el sentido común. Después de viajar a su aldea, Paholk se reunió con su jefe.
—Un pedazo de terreno cuesta mil rublos —dijo el jefe.
—¿Pero cómo es de grande ese pedazo? —preguntó Paholk.
—No importa. Siempre tiene el mismo precio —le dijo—.
Por mil rublos puedes poseer todo cuanto alcances a andar en un día. Paholk no podía creer lo que oía. Al fin su sueño de riqueza se haría realidad. Todo lo que tenía que hacer era empezar a andar cuando saliese el sol, dar una vuelta alrededor de la tierra que quería, dejando un mojón de vez en cuando, y regresar al punto de partida antes de la puesta.
—Pero —advirtió el jefe— si no vuelves a tiempo, perderás el dinero y la tierra.
—No hay problema —dijo Paholk.
Así que, al día siguiente, al alba, Paholk empezó a andar por la rica tierra que pronto sería suya. Cuidadosamente, iba clavando estacas alrededor de la tierra que haría de él el hombre más feliz de toda Rusia. A cada paso veía cómo crecía su riqueza. Adquirir cosas nuevas es divertido. Pero, como aprenderemos mañana, cuando nos volvemos avariciosos perdemos la capacidad de estar satisfechos. No sigas buscando más cosas que te hagan feliz. Aprende a apreciar lo que ya tienes. Tomado de la Matutina El Viaje Increíble
León Tolstói contaba la historia de Paholk, un granjero ruso que había oído hablar de una tribu que poseía una gran cantidad de tierras junto a los montes Urales. Los baskires eran gente generosa, pronta a vender sus propiedades por casi nada. Por eso, Paholk decidió hacer negocios con ellos antes de que recuperasen el sentido común. Después de viajar a su aldea, Paholk se reunió con su jefe.
—Un pedazo de terreno cuesta mil rublos —dijo el jefe.
—¿Pero cómo es de grande ese pedazo? —preguntó Paholk.
—No importa. Siempre tiene el mismo precio —le dijo—.
Por mil rublos puedes poseer todo cuanto alcances a andar en un día. Paholk no podía creer lo que oía. Al fin su sueño de riqueza se haría realidad. Todo lo que tenía que hacer era empezar a andar cuando saliese el sol, dar una vuelta alrededor de la tierra que quería, dejando un mojón de vez en cuando, y regresar al punto de partida antes de la puesta.
—Pero —advirtió el jefe— si no vuelves a tiempo, perderás el dinero y la tierra.
—No hay problema —dijo Paholk.
Así que, al día siguiente, al alba, Paholk empezó a andar por la rica tierra que pronto sería suya. Cuidadosamente, iba clavando estacas alrededor de la tierra que haría de él el hombre más feliz de toda Rusia. A cada paso veía cómo crecía su riqueza. Adquirir cosas nuevas es divertido. Pero, como aprenderemos mañana, cuando nos volvemos avariciosos perdemos la capacidad de estar satisfechos. No sigas buscando más cosas que te hagan feliz. Aprende a apreciar lo que ya tienes. Tomado de la Matutina El Viaje Increíble
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