Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. Mateo 10: 42
Para grandes predicadores como Moody, Spurgeon o Billy Graham, su ministerio consistió en predicar el evangelio a las grandes multitudes que se reunían para escuchar su presentación de la Palabra de Dios. Sin embargo, gran parte de la obra de Dios ha sido hecho en otros ámbitos. Fíjate en las palabras de Jesús en nuestro texto de hoy: «Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa». Un día, mientras un agricultor inglés apellidado Fleming trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente, soltó sus herramientas y corrió hacia el lugar. Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo, había un niño aterrorizado, que luchaba por librarse. Fleming salvó al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible. Al día siguiente, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor. Un noble, elegantemente vestido, se bajó del coche y se presentó a sí mismo como el padre del niño al que Fleming había salvado.
—Yo quiero recompensarlo
—dijo el noble británico—. Usted salvó la vida de mi hijo.
—No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice —respondió el agricultor, rechazando la oferta. En ese momento, el hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
—¿Es ese su hijo?
—preguntó el noble.
—Sí —repuso el agricultor lleno de orgullo.
—Le voy a proponer un trato.
Déjame llevarme a tu hijo y ofrecerle una buena educación. Si se parece a su padre, crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted se sentirá muy orgulloso—. El agricultor aceptó. Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming, el agricultor, se graduó en la Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital, en Londres, y se convirtió en un personaje de fama mundial: Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina. Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía. ¿Sabes qué lo salvó? La penicilina. El noble inglés se llamaba Randolph Churchill. Su hijo, Sir Winston Churchill. Cumple hoy los pequeños deberes de hijo, padre o madre, amigo y ciudadano. Haz de hoy el festival de las cosas pequeñas; así sembrará grandes cosas para el futuro ahora y en la eternidad.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos
Para grandes predicadores como Moody, Spurgeon o Billy Graham, su ministerio consistió en predicar el evangelio a las grandes multitudes que se reunían para escuchar su presentación de la Palabra de Dios. Sin embargo, gran parte de la obra de Dios ha sido hecho en otros ámbitos. Fíjate en las palabras de Jesús en nuestro texto de hoy: «Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa». Un día, mientras un agricultor inglés apellidado Fleming trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente, soltó sus herramientas y corrió hacia el lugar. Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo, había un niño aterrorizado, que luchaba por librarse. Fleming salvó al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible. Al día siguiente, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor. Un noble, elegantemente vestido, se bajó del coche y se presentó a sí mismo como el padre del niño al que Fleming había salvado.
—Yo quiero recompensarlo
—dijo el noble británico—. Usted salvó la vida de mi hijo.
—No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice —respondió el agricultor, rechazando la oferta. En ese momento, el hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
—¿Es ese su hijo?
—preguntó el noble.
—Sí —repuso el agricultor lleno de orgullo.
—Le voy a proponer un trato.
Déjame llevarme a tu hijo y ofrecerle una buena educación. Si se parece a su padre, crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted se sentirá muy orgulloso—. El agricultor aceptó. Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming, el agricultor, se graduó en la Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital, en Londres, y se convirtió en un personaje de fama mundial: Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina. Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía. ¿Sabes qué lo salvó? La penicilina. El noble inglés se llamaba Randolph Churchill. Su hijo, Sir Winston Churchill. Cumple hoy los pequeños deberes de hijo, padre o madre, amigo y ciudadano. Haz de hoy el festival de las cosas pequeñas; así sembrará grandes cosas para el futuro ahora y en la eternidad.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos
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