Conserva siempre el buen juicio, hijo mío, y no pierdas de vista la discreción [...]. Podrás andar confiado por el camino y jamás tropezarás. Proverbios 3: 21, 23.
Ben Lemons volvía a casa con Jerry, su mejor amigo. Cuando Jerry quiso adelantar al automóvil que iba delante de ellos, el conductor del otro auto aceleró y pronto estuvieron conduciendo uno junto al otro por la carretera. La excitación sustituyó al sentido común y ambos conductores se desafiaron para ver quién sería el primero en tener miedo y frenar. Cuando llegaron a una colina, Jerry y Ben chocaron frontalmente con otro automóvil. Los jóvenes sobrevivieron al accidente, pero las heridas que sufrieron tardaron meses en sanar. Katie Brooks había ido de Misuri a Chicago con ochenta compañeros de escuela para visitar el Museo de la Ciencia y la Industria. Cuando ella y otros amigos bajaban a un piso inferior, Katie miró por el ojo de la escalera en espiral y pensó que sería mucho más divertido hacerlo deslizándose por la barandilla. Se subió al pasamanos y empezó a bajar. Pero algo salió mal. Katie resbaló y cayó al suelo, muriendo en el acto. Daniel Reiss, un estudiante universitario, buscaba un poco de diversión cuando él y siete amigos fueron a la playa el jueves pasado, a las 11:30 de la noche. Querían jugar con las olas. El viento soplaba con fuerza. Las olas alcanzaban alturas de dos a cinco metros. Los jóvenes anduvieron hasta el fin del muelle y luego corrieron alrededor del faro para ver si podían hacerlo sin que una ola los alcanzase. Pero sucedió algo. Una gran ola pilló desprevenido a Daniel y lo arrojó al agua. Todavía no han encontrado su cuerpo. Todos los jóvenes de estas historias sabían que lo que hacían estaba mal. Pero la emoción de correr un riesgo hizo que se olvidaran del sentido común. Correr riesgos innecesarios puede traer daños graves o la muerte. No pongas tu vida en juego por unos pocos momentos de excitación. Cuida la vida que Dios te dio.
Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.
Ben Lemons volvía a casa con Jerry, su mejor amigo. Cuando Jerry quiso adelantar al automóvil que iba delante de ellos, el conductor del otro auto aceleró y pronto estuvieron conduciendo uno junto al otro por la carretera. La excitación sustituyó al sentido común y ambos conductores se desafiaron para ver quién sería el primero en tener miedo y frenar. Cuando llegaron a una colina, Jerry y Ben chocaron frontalmente con otro automóvil. Los jóvenes sobrevivieron al accidente, pero las heridas que sufrieron tardaron meses en sanar. Katie Brooks había ido de Misuri a Chicago con ochenta compañeros de escuela para visitar el Museo de la Ciencia y la Industria. Cuando ella y otros amigos bajaban a un piso inferior, Katie miró por el ojo de la escalera en espiral y pensó que sería mucho más divertido hacerlo deslizándose por la barandilla. Se subió al pasamanos y empezó a bajar. Pero algo salió mal. Katie resbaló y cayó al suelo, muriendo en el acto. Daniel Reiss, un estudiante universitario, buscaba un poco de diversión cuando él y siete amigos fueron a la playa el jueves pasado, a las 11:30 de la noche. Querían jugar con las olas. El viento soplaba con fuerza. Las olas alcanzaban alturas de dos a cinco metros. Los jóvenes anduvieron hasta el fin del muelle y luego corrieron alrededor del faro para ver si podían hacerlo sin que una ola los alcanzase. Pero sucedió algo. Una gran ola pilló desprevenido a Daniel y lo arrojó al agua. Todavía no han encontrado su cuerpo. Todos los jóvenes de estas historias sabían que lo que hacían estaba mal. Pero la emoción de correr un riesgo hizo que se olvidaran del sentido común. Correr riesgos innecesarios puede traer daños graves o la muerte. No pongas tu vida en juego por unos pocos momentos de excitación. Cuida la vida que Dios te dio.
Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.
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