Padre de los huérfanos y defensor de viudas es Dios en su morada santa (Salmo 68:5).
No hay algo más hermoso para mí que ver a un niño crecer al lado de su papá. Cuando yo era pequeña, un día mi papá salió de casa y durante mucho tiempo no supimos nada de él. Luego yo empecé a conocer que Jesús era mi mejor amigo. Así que cada día nos reuníamos mis hermanaos y yo y orábamos así: «Jesús, cuida a mi papá, ayúdalo para que regrese con bien a casa». Ahora, debido al trabajo de mi esposo, esa oración se repite en mi hogar por mis hijos y es como una espada que atraviesa mi alma y una gran tristeza que nubla mi vida. Un día llegó a mi casa una amiga que fue mi consejera del club en la Universidad de Montemorelos y me contó una experiencia maravillosa de su vida, sin saberlo me enseñó a considerar a Dios como mi verdadero Padre. Ella nunca pensó lo que significaban sus palabras para mí y cuánto bien me hacían, pues no conocía mi historia. A partir de ese día tomé esta promesa de que realmente Dios sería mi Padre. Desde entonces poco a poco ha cambiado la perspectiva de mi vida, aun en el ministerio de mi esposo. Ahora es cuando esta experiencia ha afectado mi vida y sigo recuperando la confianza en Dios totalmente. Mis hijos oran por su papá para que regrese con bien de sus múltiples viajes, sé que así será, ya que respecto a mí, mi padre nunca volvió, pues había muerto y no lo supe hasta la adolescencia. Dedico este mensaje con amor a mis hermanos, dondequiera estén, y a mi mamá que supo ser madre y padre a la vez, y a todos aquellos que han experimentado algo similar. Quiero decirles que Dios es el Padre de los que no tienen padre.
No hay algo más hermoso para mí que ver a un niño crecer al lado de su papá. Cuando yo era pequeña, un día mi papá salió de casa y durante mucho tiempo no supimos nada de él. Luego yo empecé a conocer que Jesús era mi mejor amigo. Así que cada día nos reuníamos mis hermanaos y yo y orábamos así: «Jesús, cuida a mi papá, ayúdalo para que regrese con bien a casa». Ahora, debido al trabajo de mi esposo, esa oración se repite en mi hogar por mis hijos y es como una espada que atraviesa mi alma y una gran tristeza que nubla mi vida. Un día llegó a mi casa una amiga que fue mi consejera del club en la Universidad de Montemorelos y me contó una experiencia maravillosa de su vida, sin saberlo me enseñó a considerar a Dios como mi verdadero Padre. Ella nunca pensó lo que significaban sus palabras para mí y cuánto bien me hacían, pues no conocía mi historia. A partir de ese día tomé esta promesa de que realmente Dios sería mi Padre. Desde entonces poco a poco ha cambiado la perspectiva de mi vida, aun en el ministerio de mi esposo. Ahora es cuando esta experiencia ha afectado mi vida y sigo recuperando la confianza en Dios totalmente. Mis hijos oran por su papá para que regrese con bien de sus múltiples viajes, sé que así será, ya que respecto a mí, mi padre nunca volvió, pues había muerto y no lo supe hasta la adolescencia. Dedico este mensaje con amor a mis hermanos, dondequiera estén, y a mi mamá que supo ser madre y padre a la vez, y a todos aquellos que han experimentado algo similar. Quiero decirles que Dios es el Padre de los que no tienen padre.
Rosa Isela Raga de Cabrera
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
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