El que anda en chismes descubre el secreto; más el de espíritu fiel lo guarda todo. Proverbios 11:53.
Uno de los sujetos más peligrosos para los individuos y para la comunidad es el que anda en chismes y divulga todos los secretos que se le confían, y los rumores que escucha. No hay peste tan dañina como la de esta clase de personas. Promueven discordias y ocasionan odios entre vecinos y pariente, y son causa de los peores males. El mal que esta clase de personas puede hacer incalculable. Encienden rencillas entre parientes y vecinos, y siembran indisposición entre hermanos en la fe, esposos, compañeros de trabajo, pastores, parientes y amigos. Según investigaciones realizadas, el chisme parece ser más poderoso que los hechos comprobados. Afecta la opinión que se tiene sobre el acusado e influye en el comportamiento social hacia la persona objeto del rumor. Se ha comprobado que se despierta un espíritu de hostilidad hacia las personas de las que escuchamos cosas negativas, y es fácil que se pierda todo sentimiento de generosidad hacia ellas. En 1752 un grupo de metodistas, que incluía a John Wesley, firmó un acuerdo que todos colgarían sobre la pared de sus despachos y escritorios. Ese acuerdo, formulado en seis artículos, comprometía a sus signatarios a lo siguiente:
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.
Uno de los sujetos más peligrosos para los individuos y para la comunidad es el que anda en chismes y divulga todos los secretos que se le confían, y los rumores que escucha. No hay peste tan dañina como la de esta clase de personas. Promueven discordias y ocasionan odios entre vecinos y pariente, y son causa de los peores males. El mal que esta clase de personas puede hacer incalculable. Encienden rencillas entre parientes y vecinos, y siembran indisposición entre hermanos en la fe, esposos, compañeros de trabajo, pastores, parientes y amigos. Según investigaciones realizadas, el chisme parece ser más poderoso que los hechos comprobados. Afecta la opinión que se tiene sobre el acusado e influye en el comportamiento social hacia la persona objeto del rumor. Se ha comprobado que se despierta un espíritu de hostilidad hacia las personas de las que escuchamos cosas negativas, y es fácil que se pierda todo sentimiento de generosidad hacia ellas. En 1752 un grupo de metodistas, que incluía a John Wesley, firmó un acuerdo que todos colgarían sobre la pared de sus despachos y escritorios. Ese acuerdo, formulado en seis artículos, comprometía a sus signatarios a lo siguiente:
- No escucharemos ni preguntaremos nada a propósito de cosas malas que con ciernan a otros.
- Si oímos algo malo de otra persona, no estaremos dispuestos a creerlo.
- Tan pronto como sea posible, comunicaremos lo que oímos, por escrito o de forma verbal, a la persona en cuestión.
- Hasta tanto lo hayamos hecho, no recibiremos ni diremos una sola sílaba de esto a nadie más.
- Tampoco lo mencionaremos a ninguna otra persona después de comunicarlo a la persona afectada.
- No haremos excepción a ninguna de estas reglas.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.
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