Y si desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dirá: «Por aquí es el camino, vayan por aquí». Isaías 30:21.
Cuando Norma salió del autobús, se sintió desbordada por el poder de Dios que los había protegido, a ella y a su hijo, de una muerte segura. También estaba agradecida porque su iglesia no hubiese tomado partido por ninguno de los dos bandos en conflicto: el gobierno y la guerrilla rebelde. Los miembros de la iglesia adventista gozaban de una alta consideración por parte de ambos partidos políticos porque permanecían neutrales y ayudaban a quien lo necesitase.
Tan pronto como hubieron salido, Norma y su hijito se escondieron detrás del autobús perforado por las balas. Los rebeldes habían desaparecido tan rápidamente como habían llegado. Norma oró para que otro vehículo pasara por allí y los llevara a un lugar seguro.
El rugido de un motor más allá en la carretera la advirtió de que otro autobús estaba a punto de pasar. Cuando lo tuvieron a tiro, los guerrilleros rebeldes salieron de sus escondrijos y mataron a los once pasajeros.
-Vete de aquí –dijo una voz.
Norma miró hacia la carretera y vio a un hombre negro que andaba solo. Corrió para unírsele. Sin decir una palabra, tomó al hijo de Norma y su maleta. Un segundo hombre, un nativo de la zona se les unió.
Se encontraron con un hombre que conducía una camioneta. Este se avino a llevar a los cuatro en su vehículo.
Al llegar al límite del pueblo, el conductor de la camioneta detuvo el vehículo y esperó a que los improvisados pasajeros se apeasen. El hombre negro dejó la maleta de Norma en el suelo y ayudó a su hijo a bajar de la camioneta. Cuando Norma se volvió para darle las gracias, había desaparecido. «Él ordenara que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos».
Norma anduvo hasta la primera casa que vio. Llamó a la puerta. La mujer que respondió, escuchó la terrible historia y llamó una ambulancia.
(Continuará.)
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
Cuando Norma salió del autobús, se sintió desbordada por el poder de Dios que los había protegido, a ella y a su hijo, de una muerte segura. También estaba agradecida porque su iglesia no hubiese tomado partido por ninguno de los dos bandos en conflicto: el gobierno y la guerrilla rebelde. Los miembros de la iglesia adventista gozaban de una alta consideración por parte de ambos partidos políticos porque permanecían neutrales y ayudaban a quien lo necesitase.
Tan pronto como hubieron salido, Norma y su hijito se escondieron detrás del autobús perforado por las balas. Los rebeldes habían desaparecido tan rápidamente como habían llegado. Norma oró para que otro vehículo pasara por allí y los llevara a un lugar seguro.
El rugido de un motor más allá en la carretera la advirtió de que otro autobús estaba a punto de pasar. Cuando lo tuvieron a tiro, los guerrilleros rebeldes salieron de sus escondrijos y mataron a los once pasajeros.
-Vete de aquí –dijo una voz.
Norma miró hacia la carretera y vio a un hombre negro que andaba solo. Corrió para unírsele. Sin decir una palabra, tomó al hijo de Norma y su maleta. Un segundo hombre, un nativo de la zona se les unió.
Se encontraron con un hombre que conducía una camioneta. Este se avino a llevar a los cuatro en su vehículo.
Al llegar al límite del pueblo, el conductor de la camioneta detuvo el vehículo y esperó a que los improvisados pasajeros se apeasen. El hombre negro dejó la maleta de Norma en el suelo y ayudó a su hijo a bajar de la camioneta. Cuando Norma se volvió para darle las gracias, había desaparecido. «Él ordenara que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos».
Norma anduvo hasta la primera casa que vio. Llamó a la puerta. La mujer que respondió, escuchó la terrible historia y llamó una ambulancia.
(Continuará.)
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
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