domingo, 22 de noviembre de 2009

EL DÍA DE LA DESTRUCCIÓN

No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día. Salmo 91:5.

El subir al autobús, Norma llevó a su hijo hacia la parte de atrás y tomaron asiento. Estaban junto a otra mujer. Cuando hubieron avanzado unos pocos kilómetros se escucharon disparos. El conductor recibió un balazo en la cabeza. Cayó muerto al instante y el autobús se detuvo bruscamente.
Las balas entraron volando por la ventanilla y fueron a dar a la mujer que estaba junto a Norma. Norma sintió una fuerte punzadas pero se acordó de las palabras del Salmo 91: «Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará. […] Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.
Un soldado armado con un machete subió por los escalones del autobús. Norma oró en silencio: «No me dejes, Señor, no permitas que te niegue».
Norma y su hijo eran los únicos pasajeros del autobús que seguían con vida. Los otros 47 habían muerto. El guerrillero iba derecho hacia ellos.
-¡Deténgase! Soy misionera adventista del séptimo día.
Norma sabía muy poco inglés, pero Dios hizo que hablara en esa lengua en lugar de la suya. Eso salvó su vida. Los soldados enemigos hablando en su propia lengua, el acento especial que tenían los miembros de la tribu la habrían descubierto y la habrían matado al instante. Al hablar en inglés, sus palabras no tenían ningún acento.
El soldado estaba sorprendido por la valentía de Norma pero consideró sus palabras y dijo:
-Entonces, lo mejor que puedes hacer es largarte de aquí.
Se dio la vuelta y salió del autobús.
(Continuará.)

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

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