Porque yo, el Señor tu Dios, te he tomado de la mano; yo te he dicho: «No tengas miedo, yo te ayudo». Isaías 41:13.
Muy bien, jovencitas. Hora de hacer la limpieza –dije en clase de costura-. Recojan sus cosas y volvamos a la escuela para la instrucción.
Los martes por la noche, las jovencitas de más edad del club de conquistadores se reunían en mi casa para dar clase de costura. Cuando acabábamos, volvíamos a la escuela para asistir al resto de actividades.
Betty Harris, una de las consejeras, su hijo Donnie y yo seguíamos a las jovencitas a cierta distancia. Cuando llegamos a la autopista, Betty se detuvo para tomar en brazos a Donnie. Las muchachas cruzaron primero. Cuando las seguí, ve que un par de faros se me echaban encima. «EL conductor debe habernos visto. Seguro que reduce la velocidad», pensé.
Pero cuando me acercaba al centro de la calzada oí que el conductor aceleraba. Grité y di un salto hacia delante, lanzando la chaqueta.
«Oh, no», pensé. Betty iba detrás de mí con Donnie en brazos. «No lo conseguirá».
El automóvil salió volando y paso por encima de mi chaqueta. Mire alrededor y Betty estaba a mi lado.
-Pensé que nos mataba –susurró-. Quería llegar al centro de la calzada, pero con Donnie en brazo no podía. Lo siguiente que recuerdo es que estaba a este lado de la calzada. Fue como si alguien me hubiese tomado en volandas y me hubiese puesto aquí.
Cuando era joven, solía preocuparme por cómo sería la vida en el tiempo de angustia. ¿Cómo sobreviviríamos? Pero después de ver como Dios salvó a Betty y a Donnie, se que se ocupará de todas las situaciones en que me encuentre.
No tenemos que preocuparnos por el futuro, sino por conocer al Único que suplirá todas nuestras necesidades.
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
Muy bien, jovencitas. Hora de hacer la limpieza –dije en clase de costura-. Recojan sus cosas y volvamos a la escuela para la instrucción.
Los martes por la noche, las jovencitas de más edad del club de conquistadores se reunían en mi casa para dar clase de costura. Cuando acabábamos, volvíamos a la escuela para asistir al resto de actividades.
Betty Harris, una de las consejeras, su hijo Donnie y yo seguíamos a las jovencitas a cierta distancia. Cuando llegamos a la autopista, Betty se detuvo para tomar en brazos a Donnie. Las muchachas cruzaron primero. Cuando las seguí, ve que un par de faros se me echaban encima. «EL conductor debe habernos visto. Seguro que reduce la velocidad», pensé.
Pero cuando me acercaba al centro de la calzada oí que el conductor aceleraba. Grité y di un salto hacia delante, lanzando la chaqueta.
«Oh, no», pensé. Betty iba detrás de mí con Donnie en brazos. «No lo conseguirá».
El automóvil salió volando y paso por encima de mi chaqueta. Mire alrededor y Betty estaba a mi lado.
-Pensé que nos mataba –susurró-. Quería llegar al centro de la calzada, pero con Donnie en brazo no podía. Lo siguiente que recuerdo es que estaba a este lado de la calzada. Fue como si alguien me hubiese tomado en volandas y me hubiese puesto aquí.
Cuando era joven, solía preocuparme por cómo sería la vida en el tiempo de angustia. ¿Cómo sobreviviríamos? Pero después de ver como Dios salvó a Betty y a Donnie, se que se ocupará de todas las situaciones en que me encuentre.
No tenemos que preocuparnos por el futuro, sino por conocer al Único que suplirá todas nuestras necesidades.
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
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