Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Lucas 18: 14.
Pese a su obediencia, el fariseo no fue justificado. Era justo según su criterio. Hombre fiel a su esposa, ayunaba dos veces a la semana y daba diezmos de todo lo que poseía. Si yo hubiese sido su pastor, no me lo habría pensado dos veces a la hora de ponerlo como primer anciano de la iglesia. Sin embargo, Jesús percibía que ese caballero andaba mal.
¿Acaso la obediencia no es importante? ¿Qué sucedió en el caso del fariseo? ¿Debemos tomarnos la obediencia en serio o no?
La obediencia es importante. La Biblia enfatiza vez tras vez que Dios requiere nuestra obediencia. Se deleita cuando hacemos lo que pide. El problema del fariseo estuvo en que usó la obediencia como medio de salvación. Las cosas buenas que hacía respondían a su deseo de sentirse orgulloso y seguro, y de humillar a los demás.
Si la obediencia no cuenta para nuestra salvación, ¿por qué la exige Dios? La preocupación de Dios por nosotros surge de su profundo amor y devoción. Él manda nuestra obediencia no porque sea muy estricto y exigente, sino porque conoce el efecto que la desobediencia y el pecado tendrán sobre nuestra vida. En cambio, Satanás tiene otro objetivo en mente, pues sabe que si puede atraernos al pecado, nuestras acciones deshonrarán al Señor y causarán dolor al corazón de Dios.
La desobediencia también tiene temibles repercusiones en forma de sentimientos de culpa, de vergüenza, de desprecio, vidas quebrantadas, matrimonios destruidos y amargas disputas. Sansón desobedeció por creer que no necesitaba la fuerza de Dios y terminó ciego, arruinado y transformado objeto de mofa. Saúl desobedeció y terminó en el suicidio. Caín desobedeció y vivió errante y fugitivo. Jonás desobedeció y un animal marino se lo tragó. Judas desobedeció y murió ahorcado. Aunque el amor divino no cambia, el pecado interrumpe nuestra comunión con el Señor. La desobediencia envía un mensaje a Dios que declara que, en lo que respecta a regir nuestra vida, nosotros sabemos más que él.
No hay un solo momento en que la obediencia carezca de importancia para el Señor. Dios requiere tu obediencia en cada circunstancia de tu vida. Decir una mentirijilla puede ser tan perjudicial para nuestro bienestar espiritual como sucumbir ante una tentación mayor, como el adulterio o el robo. La obediencia es una cerca de protección contra el mal. Gózate siempre en obedecer.
Tomado de la Matutina Siempre gozosos.
Pese a su obediencia, el fariseo no fue justificado. Era justo según su criterio. Hombre fiel a su esposa, ayunaba dos veces a la semana y daba diezmos de todo lo que poseía. Si yo hubiese sido su pastor, no me lo habría pensado dos veces a la hora de ponerlo como primer anciano de la iglesia. Sin embargo, Jesús percibía que ese caballero andaba mal.
¿Acaso la obediencia no es importante? ¿Qué sucedió en el caso del fariseo? ¿Debemos tomarnos la obediencia en serio o no?
La obediencia es importante. La Biblia enfatiza vez tras vez que Dios requiere nuestra obediencia. Se deleita cuando hacemos lo que pide. El problema del fariseo estuvo en que usó la obediencia como medio de salvación. Las cosas buenas que hacía respondían a su deseo de sentirse orgulloso y seguro, y de humillar a los demás.
Si la obediencia no cuenta para nuestra salvación, ¿por qué la exige Dios? La preocupación de Dios por nosotros surge de su profundo amor y devoción. Él manda nuestra obediencia no porque sea muy estricto y exigente, sino porque conoce el efecto que la desobediencia y el pecado tendrán sobre nuestra vida. En cambio, Satanás tiene otro objetivo en mente, pues sabe que si puede atraernos al pecado, nuestras acciones deshonrarán al Señor y causarán dolor al corazón de Dios.
La desobediencia también tiene temibles repercusiones en forma de sentimientos de culpa, de vergüenza, de desprecio, vidas quebrantadas, matrimonios destruidos y amargas disputas. Sansón desobedeció por creer que no necesitaba la fuerza de Dios y terminó ciego, arruinado y transformado objeto de mofa. Saúl desobedeció y terminó en el suicidio. Caín desobedeció y vivió errante y fugitivo. Jonás desobedeció y un animal marino se lo tragó. Judas desobedeció y murió ahorcado. Aunque el amor divino no cambia, el pecado interrumpe nuestra comunión con el Señor. La desobediencia envía un mensaje a Dios que declara que, en lo que respecta a regir nuestra vida, nosotros sabemos más que él.
No hay un solo momento en que la obediencia carezca de importancia para el Señor. Dios requiere tu obediencia en cada circunstancia de tu vida. Decir una mentirijilla puede ser tan perjudicial para nuestro bienestar espiritual como sucumbir ante una tentación mayor, como el adulterio o el robo. La obediencia es una cerca de protección contra el mal. Gózate siempre en obedecer.
Tomado de la Matutina Siempre gozosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario