lunes, 14 de diciembre de 2009

EL TIEMPO Y LA VIDA

Nuestros días sobre la tierra son sólo una sombra sin esperanza. 1 Crónicas 29: 1, NVI
  • Para saber el valor de un año, pregúntale a un estudiante que tiene que repetir curso.
  • Para saber el valor de un mes, pregúntale a la mamá de un bebé prematuro.
  • Para saber el valor de una semana, pregúntale al redactor de un semanario.
  • Para saber el valor de un día, pregúntale a una familia que ha perdido a un ser querido.
  • Para saber el valor de una hora, pregúntales a unos niños que esperan a abrir los regalos de Navidad.
  • Para saber el valor de un minuto, pregúntale a una persona que acaba de perder el avión.
  • Para saber el valor de un segundo, pregúntale al conductor que acaba de evitar un accidente.
  • Para saber el valor de un milisegundo, pregúntale a la persona que ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos.
El tiempo es el recurso más valioso de que disponemos. Nos pasamos la vida trabajando duro para acumular dinero, pero en comparación con el tiempo, el dinero no importa mucho. El dinero siempre se puede sustituir. Si lo usas, lo pierdes o lo malgastas, puedes acumular más. Pero una vez que el tiempo ha pasado, jamás puede ser devuelto. Dios quiere que aprovechemos al máximo el tiempo que nos dio por que pasa muy deprisa. También quiere que vivamos de manera que cuando lleguemos al fin de la vida podamos mirar atrás y no arrepentimos de nada. Cuando devolvemos el diezmo y las ofrendas a Dios, él siempre nos devuelve más de lo que entregamos. Con el tiempo sucede lo mismo. Si le dedicamos el día de sábado al completo y reservamos tiempo para orar, estudiar la Biblia y dar testimonio los otros días de la semana, él verá que no somos tacaños. Si ponemos a Dios en primer lugar, siempre tendremos tiempo para cualquier cosa que necesitemos.

Tomado de la Matutina el Viaje Increíble

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