Pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Mateo 6: 23.
Jesús está profundamente preocupado por nuestros ojos. Esto lo podemos comprobar en la desconcertante declaración que hizo y que está registrada en Mateo 6: 22, 23: «La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?» En otras palabras, Jesús nos dice que la manera en que vemos la realidad que nos rodea determina si estamos en tinieblas o no. Nuestro Señor afirma que el ojo es la lámpara del cuerpo y que un ojo bueno transmite plenitud de luz al alma.
Examínate los ojos. El ojo maligno acarrea tinieblas; no ve la misericordia de Dios como algo hermoso, sino que lo ve a él como un amo severo, exigente e injusto. El ojo maligno ve en el dinero algo más atractivo que Dios; su imagen está distorsionada; no ve la realidad tal cual es.
¿Cómo es el ojo bueno que nos llena de luz? Un ojo bueno es un ojo que hace valoraciones sabias, un ojo con criterio. Ve la belleza y la fealdad, detecta lo que es de valor y lo que es despreciable, discierne lo que es deseable y lo que es indeseable. Es un buen guía en el camino hacia la luz.
Si tu ojo es bueno, te gozará con el Dios de tu salvación, verás la iglesia como la comunidad de los hijos de Dios y desearás permanecer en ella. Verás la Biblia como la carta de amor de Jesús y será para ti un deleite estudiarla. Verás el diezmo como la renta del evangelio y te gozarás en devolverlo para promover a Jesús. Las cosas de arriba serán más atractivas que las de la tierra. Verás a tu esposa como la que Dios buscó para ti y estarás complacido con ella.
El ojo bueno es un ojo excepcional. Tiene un tesoro: el mismo Dios. Cuando tenemos ese don, nuestra vida se llena de luz.
Hoy debes preguntarte: «¿Cómo están mis ojos? ¿Percibo correctamente la bondad de Dios? ¿Detecto su dirección para mi vida, para su iglesia, para su obra?» Sé vigilante; no seas superficial ni negligente o descuidado en este asunto. Esfuérzate, lucha, pelea por mantener tus ojos en buen estado. Haz lo que sea necesario para ver a Dios como lo supremo, lo más valioso y deseable.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.
Jesús está profundamente preocupado por nuestros ojos. Esto lo podemos comprobar en la desconcertante declaración que hizo y que está registrada en Mateo 6: 22, 23: «La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?» En otras palabras, Jesús nos dice que la manera en que vemos la realidad que nos rodea determina si estamos en tinieblas o no. Nuestro Señor afirma que el ojo es la lámpara del cuerpo y que un ojo bueno transmite plenitud de luz al alma.
Examínate los ojos. El ojo maligno acarrea tinieblas; no ve la misericordia de Dios como algo hermoso, sino que lo ve a él como un amo severo, exigente e injusto. El ojo maligno ve en el dinero algo más atractivo que Dios; su imagen está distorsionada; no ve la realidad tal cual es.
¿Cómo es el ojo bueno que nos llena de luz? Un ojo bueno es un ojo que hace valoraciones sabias, un ojo con criterio. Ve la belleza y la fealdad, detecta lo que es de valor y lo que es despreciable, discierne lo que es deseable y lo que es indeseable. Es un buen guía en el camino hacia la luz.
Si tu ojo es bueno, te gozará con el Dios de tu salvación, verás la iglesia como la comunidad de los hijos de Dios y desearás permanecer en ella. Verás la Biblia como la carta de amor de Jesús y será para ti un deleite estudiarla. Verás el diezmo como la renta del evangelio y te gozarás en devolverlo para promover a Jesús. Las cosas de arriba serán más atractivas que las de la tierra. Verás a tu esposa como la que Dios buscó para ti y estarás complacido con ella.
El ojo bueno es un ojo excepcional. Tiene un tesoro: el mismo Dios. Cuando tenemos ese don, nuestra vida se llena de luz.
Hoy debes preguntarte: «¿Cómo están mis ojos? ¿Percibo correctamente la bondad de Dios? ¿Detecto su dirección para mi vida, para su iglesia, para su obra?» Sé vigilante; no seas superficial ni negligente o descuidado en este asunto. Esfuérzate, lucha, pelea por mantener tus ojos en buen estado. Haz lo que sea necesario para ver a Dios como lo supremo, lo más valioso y deseable.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.
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