viernes, 25 de diciembre de 2009

Y EL REGALO CONTINÚA

Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenceses 5:18.

Después de pasar un verano enseñando ingles en Japón, nos disponíamos a regresar a los Estados Unidos. Dos días antes de emprende: el viaje, un esposo tuvo un accidente. Su automóvil se metió en la trasera de un taxi. Nadie salió herido, pero unos amigos sugirieron que le hiciéramos un regalo al taxista. Era una manera de pedir disculpas por el accidente. Así que compramos una caja de caramelos y bombones para regalar y la llevamos a su casa.
El hombre no estaba en casa, pero su esposa aceptó la caja y nos pidió que esperásemos un momento. Mi primer pensamiento fue: «Espero que no me saque los papeles del abogado diciendo que nos van a demandar».
En lugar de eso, volvió con un regalo para nosotros, una hermosa pintura japonesa de un niño volando una cometa. Aprendimos que a los japoneses les encanta hacer regalos, incluso a la gente que causa accidentes.
El día de Navidad pensamos más en los regalos que cualquier otro día del año. Pero para un cristiano, dar y recibir regalos dura todo el año.
Cada día que vivimos es un regalo de Dios. Cuando nos despertamos por la mañana, nuestra primera respuesta tendría que ser de agradecimiento por otro día de vida. La segunda respuesta debería ser: «¿Qué regalo puedo dar yo a cambio?»
Lo que Dios desea más que nada es tu amor. No hay mejor manera de demostrarle que lo amas que permitir que su amor fluya de ti hacia alguien. De eso tratan los dos mayores mandamientos, el amor a Dios y el amor al prójimo.
En este día especial para dar regalos, busca maneras de dar uno a Dios bendiciendo la vida de alguien.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

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