miércoles, 28 de octubre de 2009

NUESTROS MUROS ESPIRITUALES

Y me dijeron: «El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y sus puertas quemadas a fuego». Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Nemías 1: 3, 4.

Nehemías vivió en la época del rey persa Artajerjes I. Hacía casi un siglo que al primer grupo de judíos repatriados se le había permitido regresar a Jerusalén y reconstruir el templo. Sin embargo, tanto tiempo después, la ciudad seguía sin muros. Cuando Nehemías escuchó el desalentador informe, se sintió desolado y se entregó al ayuno y la oración.
La historia es conocida. Pidió permiso al rey para regresar a Jerusalén y reconstruir las que habían sido una vez murallas imponentes. El rey accedió a la petición de Nehemías, y este llegó a Jerusalén en el año 445 a.C. Enseguida motivó al pueblo para reconstruir las murallas en tiempo récord. No obstante, Nehemías se encontró con mucho más que la destrucción de las murallas físicas. Hacía muchos años que la gente no adoraba a Dios verdaderamente. Nehemías sabía que también las murallas espirituales del pueblo de Israel debían reconstruirse. Nehemías sabía que la única manera de restaurar el espíritu del pueblo era a través de la Palabra de Dios. Por eso reunió al pueblo y leyeron la Palabra de Dios desde «el alba hasta el mediodía» (Neh. 8: 3). La verdadera restauración ocurrió cuando ellos comprometieron sus vidas a seguir los estatutos de Dios. «Se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés, siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová nuestro Señor» (Neh. 10:29). La negligencia espiritual de los hijos de Dios derriba las murallas espirituales. La negligencia ha convertido en ruinas esas murallas. Muy pocas familias tienen a Dios como verdadero centro del hogar. Los ataques vienen de diferentes direcciones, y, en algunos casos, las murallas de los que profesan la fe se debilitan tanto que no tienen protección. La restauración de nuestras murallas espirituales no ocurrirá en el ámbito nacional. Será una obra individual. Luego seguirán las de una familia, una iglesia, y, con la ayuda de Dios, las de una comunidad. Tenemos hoy la oportunidad de fortalecer las murallas espirituales dentro de nuestro círculo de influencia. Promete hoy fortalecer tus propias murallas espirituales para ser una bendición en la reparación de las murallas espirituales de la iglesia, que corre peligro en un mundo de pecado.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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