Dios ha preparado para los que lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado, 1 Corintios 2: 9
Alguna vez te preguntaste si el cielo será un lugar realmente tan maravilloso? Has visto imágenes del cielo y pensaste: «Túnicas blancas, hierba verde y animales. No me parece tan atrayente». Cuesta mucho imaginar a ^alguien que juegue al fútbol vestido con una túnica, ¿verdad? Y luego está la cuestión de la comida... Se acabaron las chocolatinas, los helados o las pizzas de masa delgada y crujiente. Suena casi tan mal como estar en la cárcel sin nada más que pan y agua. Anoche, una amiga me hablaba de su nieto de cuatro años. Le había dicho que no quería ir al cielo porque no habría macarrones con queso o videojuegos. Cuando escribo esto casi puedo ver a mi ángel de la guarda que sacude la cabeza desconcertado. Imagínate, seres humanos pensando que pueden hacer un mal negocio si van al cielo. ¿Acaso las ¡deas humanas de diversión y excitación pueden ser ni siquiera una millonésima parte de lo grandes que son las de Dios? Piensa en ello así. Como Dios nos creó, sabe cómo funcionamos. Conoce todos y cada uno de nuestros detalles individuales. ¿Acaso no sabrá qué nos va a gustar de verdad? Si pudo crear todo el universo, ¿no piensas que podría crear una tierra tan maravillosa que haría que Disney World pareciera un patio destartalado? Cuando lleguemos al cielo, quizá nos pasemos los primeros cincuenta años boquiabiertos intentando asimilar todas las fantásticas oportunidades de aprender cosas, de hacer amigos y de divertirnos. Será magnífico. La pizza, los videojuegos e incluso Disney World no son nada en comparación. Estoy impaciente por descubrir las fantásticas sorpresas que Dios tiene esperándonos en el cielo. ¿Y tú?. Tomado de la Matutina El viaje Increíble.
Alguna vez te preguntaste si el cielo será un lugar realmente tan maravilloso? Has visto imágenes del cielo y pensaste: «Túnicas blancas, hierba verde y animales. No me parece tan atrayente». Cuesta mucho imaginar a ^alguien que juegue al fútbol vestido con una túnica, ¿verdad? Y luego está la cuestión de la comida... Se acabaron las chocolatinas, los helados o las pizzas de masa delgada y crujiente. Suena casi tan mal como estar en la cárcel sin nada más que pan y agua. Anoche, una amiga me hablaba de su nieto de cuatro años. Le había dicho que no quería ir al cielo porque no habría macarrones con queso o videojuegos. Cuando escribo esto casi puedo ver a mi ángel de la guarda que sacude la cabeza desconcertado. Imagínate, seres humanos pensando que pueden hacer un mal negocio si van al cielo. ¿Acaso las ¡deas humanas de diversión y excitación pueden ser ni siquiera una millonésima parte de lo grandes que son las de Dios? Piensa en ello así. Como Dios nos creó, sabe cómo funcionamos. Conoce todos y cada uno de nuestros detalles individuales. ¿Acaso no sabrá qué nos va a gustar de verdad? Si pudo crear todo el universo, ¿no piensas que podría crear una tierra tan maravillosa que haría que Disney World pareciera un patio destartalado? Cuando lleguemos al cielo, quizá nos pasemos los primeros cincuenta años boquiabiertos intentando asimilar todas las fantásticas oportunidades de aprender cosas, de hacer amigos y de divertirnos. Será magnífico. La pizza, los videojuegos e incluso Disney World no son nada en comparación. Estoy impaciente por descubrir las fantásticas sorpresas que Dios tiene esperándonos en el cielo. ¿Y tú?. Tomado de la Matutina El viaje Increíble.
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