miércoles, 2 de diciembre de 2009

ATIENDE LOS CONSEJOS DE TU PADRE

Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: «No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis». Génesis 3: 3.

Dios usa una serie de métodos diversos para comunicarse con sus hijos. Fundamentalmente, el Señor nos habla a través de su Palabra y del Espíritu Santo, así como también por medio de las personas con las que nos encontramos y de las circunstancias que nos rodean.
Los consejos que recibimos de Dios tienen propósitos específicos. Nuestro Señor desea que sigamos sus instrucciones para que la vida cristiana tome forma en nuestro ser. Si así lo hacemos, podremos compartir la buena nueva con todas las personas con las que nos relacionemos. ¿Qué sucede cuando no seguimos los consejos divinos? El conocido relato de la primera tentación que experimentaron los seres humanos, registrada en el capítulo tercero del libro de Génesis, presenta de forma nítida las consecuencias que resultan de1 desatender las instrucciones que Dios ha dado para nuestro bien. El mal que desde los días del Edén ha conocido tan de primera mano la humanidad es una manifestación inequívoca de a dónde lleva el desoír los consejos de nuestro Creador. Descuidar el consejo divino supone un riesgo terrible para todos, pues podemos fácilmente sucumbir a la atracción ejercida por voces equivocadas que también desean ser escuchadas. Son muchas las voces que cada día se dirigen a nosotros. No es difícil percatarse de que somos bombardeados constantemente por innumerables voces: la televisión, la radio, el periódico, las revistas, los amigos, los compañeros de trabajo o de estudios, los vecinos. Ante tanta competencia, es un buen consejo que atendamos de inmediato la voz de Dios cuando la escuchemos. Satanás miente continuamente, y lo hace por naturaleza. Es el mayor de los mentirosos, y hace tan bien su papel que es fácil que podamos ser engañados. Usa la dosis imprescindible de verdad para sonar creíble, pero no atrae con ella, sino con las cosas que añade a la mezcla. Siempre apela a la carne, jamás al espíritu. No hay nada malo en los deseos que han sido dados por Dios, pero Satanás toma nuestros anhelos legítimos y, con nuestra cooperación, los desequilibra. Piensa hoy que el pecado no es algo que podamos aislar. El pecado causa sufrimiento a los que están a nuestro alrededor. Pide al Señor que renueve tu corazón y tu mente con la verdad para que puedas resistir el señuelo de las voces que compiten con la voz de Dios. El está dispuesto a mover cielo y tierra para obtener hoy tu atención.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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