lunes, 15 de febrero de 2010

CONDUCIRSE CON PRUDENCIA

Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él. 1 Samuel 18:14.

¿Por qué tuve que ser arrancado de mi vida tranquila en las colinas para enfrentar las amenazas del rey?», se preguntó sin duda David. «¿No he sido ya ungido rey de Israel? ¿Acaso el Señor no se da cuenta que estoy metido en problemas por haberme elegido para ocupar esta posición?» ¿Has notado que el hecho que Dios te haya ungido no te proporciona un «privilegio» que te haga inmune a los poderes del mal?

David llevaba una vida tranquila. Incluso podía pasar inadvertido. ¿Recuerdas cuando Samuel fue a su casa a buscar el nuevo monarca hebreo? Isaí hizo pasar a todos sus hijos delante de Samuel. ¿Recuerdas cómo se ilusionó el profeta con el primero de los hijos, que se llamaba Eliab? (1 Samuel 16: 6). Pasaron siete hijos delante del profeta, y si Samuel no hubiera preguntado por más, David, el menor de todos hubiera sido pasado por alto. Él cuidaba los rebaños mientras el Todopoderoso preparaba el escenario para su ungimiento como el segundo rey de Israel.
Una vez ungido por Samuel, fue llevado al palacio para tocar el arpa. ¿Quieres conocer el curriculum vítae que leyeron ante el rey? «Uno de los cortesanos sugirió: "Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén"» (1 Samuel 16: 18). ¡Qué descripción! ¿Te das cuenta que David no se habla envanecido con su ungimiento y nuevo compromiso? Fue al palacio a tocar para el rey.
Ahora, ya convertido en héroe nacional por haber derrotado a Goliat, además era el amigo íntimo de Jonatán, el hijo del rey Saúl, no se volvió engreído, sino que se conducía con sobriedad y prudencia. ¿Puedes identificar el tipo de conducta acomedida y prudente a la luz del ejemplo de David? Sí, claro, hacer caso omiso a cualquier adulación, no dejarse llevar por el orgullo, cumplir los deberes para los cuales te llaman sin ninguna otra pretensión que servir a los demás.
«La verdadera felicidad solo se encuentra en ser buenos y hacer el bien. Los más puros y elevados goces son patrimonio de los que cumplen fielmente sus deberes». MJ 208.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

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