Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por eso también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial (2 Corintios 5:1,2).
Abrí la correspondencia, y descubrí una carta que esperaba con anticipación. La reunión de los cincuenta años de egresados de secundaria se llevaría a cabo en junio. Recientemente vi fotos de tres personas que había conocido en mi adolescencia. ¡Cómo envejecieron!, pensé. Inmediatamente me di cuenta de cuan tonta sonaba mi observación. Me miro al espejo cada mañana, pero afortunadamente el envejecimiento de una misma sobreviene lentamente. Así que, a pesar de las arrugas, me estoy preparando para asistir A la reunión de los cincuenta años de egresados.
Los edificios del campus se parecían muy poco a lo que eran en mis días; sin embargo, algunas visitas que realicé me dejaron siempre con buenos recuerdos y el deseo de estar en la Tierra Nueva con mis amigos, donde disfrutaremos de pasatiempos indescriptibles que el Señor nos tiene reservados. Hoy también recibí un sobre que contiene un resumen de la vida de varios de mis antiguos compañeros. Se me pidió que escribiera una página para un libro de recuerdos que están preparando para la reunión. Allí se cuenta acera de los días de escuela, los hijos, viajes, los nietos... y algunos sufrimientos también. Siento como si cada historia de vida se comparara a una manta llena de retazos: algunos retazos hermosos de lluvias y bodas, algunos más pequeños de cuando llegaron los hijos, y algunos difíciles y dolorosos.
Aunque son un recordatorio de que otro año o década pasó, las reuniones son una bendición. Me doy cuenta de que voy a encontrar un poco de tristeza en el campus. Algunos de mis amigos han perdido sus cónyuges; otros están luchando con problemas de salud, pero disfrutaremos el momento juntos.
Mientras sigamos viviendo seguiremos agregando retazos a nuestras mantas personales y luego descansaremos hasta que Jesús nos llame por nombre. Y a través de la eternidad disfrutaremos de cuerpos y mentes rejuvenecidos. Prepárate para estar con nosotros allá, donde todos seremos jóvenes otra vez.
Los edificios del campus se parecían muy poco a lo que eran en mis días; sin embargo, algunas visitas que realicé me dejaron siempre con buenos recuerdos y el deseo de estar en la Tierra Nueva con mis amigos, donde disfrutaremos de pasatiempos indescriptibles que el Señor nos tiene reservados. Hoy también recibí un sobre que contiene un resumen de la vida de varios de mis antiguos compañeros. Se me pidió que escribiera una página para un libro de recuerdos que están preparando para la reunión. Allí se cuenta acera de los días de escuela, los hijos, viajes, los nietos... y algunos sufrimientos también. Siento como si cada historia de vida se comparara a una manta llena de retazos: algunos retazos hermosos de lluvias y bodas, algunos más pequeños de cuando llegaron los hijos, y algunos difíciles y dolorosos.
Aunque son un recordatorio de que otro año o década pasó, las reuniones son una bendición. Me doy cuenta de que voy a encontrar un poco de tristeza en el campus. Algunos de mis amigos han perdido sus cónyuges; otros están luchando con problemas de salud, pero disfrutaremos el momento juntos.
Mientras sigamos viviendo seguiremos agregando retazos a nuestras mantas personales y luego descansaremos hasta que Jesús nos llame por nombre. Y a través de la eternidad disfrutaremos de cuerpos y mentes rejuvenecidos. Prepárate para estar con nosotros allá, donde todos seremos jóvenes otra vez.
Rose Otis
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken
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