No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano (Calatas 2: 21).
Otro riesgo que el apóstol pablo menciona, y que está íntimamente relacionado con los ya mencionados, es hacer vano el sacrificio de Cristo. Resulta lamentable pensar que la actitud de justificarse por méritos propios invalida la muerte de Cristo. Decir que puedo salvarme de alguna otra manera hace, inútil el sacrificio de Cristo. Declara que Cristo murió por nada.
En el tiempo que Cristo fue crucificado había muchos que morían de esa manera. Cruces con cadáveres que pendían de ellas era una escena común en la Palestina de ese tiempo. ¿Creen ustedes que alguna de las personas que pasaban junto a esas cruces clavadas a la vera del camino, levantaban su rostro para mirar a los que estaban crucificados, y decir: «Él murió por nosotros?» Obviamente, no. Por lo menos deben haberse preguntado: «¿Por qué habrán crucificado a este? ¿Qué crimen debe de haber hecho que lo crucificaron?» Porque los que morían crucificados en ese tiempo eran ladrones, asesinos, asaltantes, secuestradores y esclavos fugitivos.
Tratar de justificarnos por méritos propios es invalidar la razón por la que Cristo murió en la cruz. Equivale a haber pasado debajo de su cruz, y haber exclamado: «¡Quién sabe por qué murió!».
Los sacerdotes y dirigentes judíos que conspiraron para que Cristo fuera crucificado decían saber por qué murió Jesús: «Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: "A los tres días resucitaré"» (Mat. 27: 63). De acuerdo a ellos, Jesús era un engañador que merecía morir porque decía que era el Mesías, y no lo era. Por eso, decían ellos, murió en una cruz. Hicieron vano el sacrificio de Cristo porque hacían que hubiese muerto por sus propios delitos, no por los pecados de la humanidad.
Cuando creemos que la salvación depende de lo que hagamos, no de lo que Cristo hizo, hacemos vano su sacrificio y muerte. Proclamamos que Cristo mu¬rió de balde. Los escritores bíblicos no hacían vano el sacrificio de Cristo; creían que Cristo murió por nosotros.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
Otro riesgo que el apóstol pablo menciona, y que está íntimamente relacionado con los ya mencionados, es hacer vano el sacrificio de Cristo. Resulta lamentable pensar que la actitud de justificarse por méritos propios invalida la muerte de Cristo. Decir que puedo salvarme de alguna otra manera hace, inútil el sacrificio de Cristo. Declara que Cristo murió por nada.
En el tiempo que Cristo fue crucificado había muchos que morían de esa manera. Cruces con cadáveres que pendían de ellas era una escena común en la Palestina de ese tiempo. ¿Creen ustedes que alguna de las personas que pasaban junto a esas cruces clavadas a la vera del camino, levantaban su rostro para mirar a los que estaban crucificados, y decir: «Él murió por nosotros?» Obviamente, no. Por lo menos deben haberse preguntado: «¿Por qué habrán crucificado a este? ¿Qué crimen debe de haber hecho que lo crucificaron?» Porque los que morían crucificados en ese tiempo eran ladrones, asesinos, asaltantes, secuestradores y esclavos fugitivos.
Tratar de justificarnos por méritos propios es invalidar la razón por la que Cristo murió en la cruz. Equivale a haber pasado debajo de su cruz, y haber exclamado: «¡Quién sabe por qué murió!».
Los sacerdotes y dirigentes judíos que conspiraron para que Cristo fuera crucificado decían saber por qué murió Jesús: «Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: "A los tres días resucitaré"» (Mat. 27: 63). De acuerdo a ellos, Jesús era un engañador que merecía morir porque decía que era el Mesías, y no lo era. Por eso, decían ellos, murió en una cruz. Hicieron vano el sacrificio de Cristo porque hacían que hubiese muerto por sus propios delitos, no por los pecados de la humanidad.
Cuando creemos que la salvación depende de lo que hagamos, no de lo que Cristo hizo, hacemos vano su sacrificio y muerte. Proclamamos que Cristo mu¬rió de balde. Los escritores bíblicos no hacían vano el sacrificio de Cristo; creían que Cristo murió por nosotros.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
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