E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda. 2 Reyes 22:2.
Manases se caracterizó por ser un monarca sumamente pagano y sanguinario. Este rey edificó los altares idolátricos llamados "lugares altos" que el rey anterior había derribado, levantó altares a Baal, hizo una imagen de Asera y "adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas" (2 Rey. 21:3). Además edificó altares dentro del templo de Jehová, pasó a su hijo por fuego, se entregó para consultar los horóscopos, se hizo adivino e instituyó hechiceros por toda la nación. "Fuera de esto, derramó Manases mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo" (vers. 16).
Su hijo Amón no fue muy diferente, porque aunque tuvo un corto reinado, "hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manases su padre. Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvió a rodos los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró" (vers. 21, 22).
Aparentemente Josías, el hijo de Amón y nieto de Manases, estaba condenado a seguir con esa línea de liderazgo político; tenía todas las posibilidades de vivir una vida perdida y apartada de Dios. Pero pese a las probabilidades en contra, no fue así. Este joven rey, que comenzó a reinar a los ocho años, "hizo lo recto ante los ojos de Jehová... sin apartarse a derecha ni a izquierda". Con amor trabajó incansablemente para que su pueblo se volviera "al Dios de sus padres", para reconstruir el deteriorado templo y restablecer el sistema de adoración abandonado décadas atrás.
Sí, Josías podría haber continuado con los errores de su padre y su abuelo, pero decidió cambiar y seguir sus propias convicciones. No se estancó en las críticas a las fallas de los reyes anteriores. Su conciencia y "el libro de la ley" hallado en el templo le dieron una dirección a su vida espiritual, y accedió con valor y fe.
Es posible que al crecer notemos los errores que nuestros padres han cometido al educarnos o los yerros de su vida espiritual, incluso pueden ser errores tan groseros que contradigan lo que sus palabras intentaron enseñarnos. Pero el ejemplo de Josías nos sirve a todos como una antorcha que nos alumbra desde la antigüedad: No te aferres a los errores de los que te precedieron. Mira con optimismo hacia el futuro, y confía en el poder de Dios para que tu vida no repita los errores del pasado, y en los registros celestiales se escriba de ti: "Hizo lo recto ante los ojos de Jehová".
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Manases se caracterizó por ser un monarca sumamente pagano y sanguinario. Este rey edificó los altares idolátricos llamados "lugares altos" que el rey anterior había derribado, levantó altares a Baal, hizo una imagen de Asera y "adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas" (2 Rey. 21:3). Además edificó altares dentro del templo de Jehová, pasó a su hijo por fuego, se entregó para consultar los horóscopos, se hizo adivino e instituyó hechiceros por toda la nación. "Fuera de esto, derramó Manases mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo" (vers. 16).
Su hijo Amón no fue muy diferente, porque aunque tuvo un corto reinado, "hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manases su padre. Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvió a rodos los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró" (vers. 21, 22).
Aparentemente Josías, el hijo de Amón y nieto de Manases, estaba condenado a seguir con esa línea de liderazgo político; tenía todas las posibilidades de vivir una vida perdida y apartada de Dios. Pero pese a las probabilidades en contra, no fue así. Este joven rey, que comenzó a reinar a los ocho años, "hizo lo recto ante los ojos de Jehová... sin apartarse a derecha ni a izquierda". Con amor trabajó incansablemente para que su pueblo se volviera "al Dios de sus padres", para reconstruir el deteriorado templo y restablecer el sistema de adoración abandonado décadas atrás.
Sí, Josías podría haber continuado con los errores de su padre y su abuelo, pero decidió cambiar y seguir sus propias convicciones. No se estancó en las críticas a las fallas de los reyes anteriores. Su conciencia y "el libro de la ley" hallado en el templo le dieron una dirección a su vida espiritual, y accedió con valor y fe.
Es posible que al crecer notemos los errores que nuestros padres han cometido al educarnos o los yerros de su vida espiritual, incluso pueden ser errores tan groseros que contradigan lo que sus palabras intentaron enseñarnos. Pero el ejemplo de Josías nos sirve a todos como una antorcha que nos alumbra desde la antigüedad: No te aferres a los errores de los que te precedieron. Mira con optimismo hacia el futuro, y confía en el poder de Dios para que tu vida no repita los errores del pasado, y en los registros celestiales se escriba de ti: "Hizo lo recto ante los ojos de Jehová".
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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