Los sustentaste cuarenta años en ti desierto; de ninguna cosa tuvieron necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies. (Nehemías 9:21).
Muchos años después de haber sido pronunciadas estas palabras, Cristo volvió a recordar esta experiencia cuando dijo: «Considerad los lirios, cómo crecen [...] Vosotros, pues, no os preocupéis [...] ni estéis en ansiosa inquietud [...]. Vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas» (Luc. 12: 27-30). Aunque el Señor Jesús puso especial énfasis en esto, nosotros, como seres humanos sujetos a limitaciones, no logramos controlar la ansiedad que nos producen las necesidades físicas y materiales. Incluso llegamos a afanarnos tanto, que perdemos de vista lo más importante: el reino de Dios.
Cuando descubrí que estaba embarazada de mi hijo menor mi corazón se inquietó ante la incertidumbre de si podría conseguir todo lo que necesitaba para sacarlo adelante. Aquel fue un embarazo de riesgo que me obligó a permanecer hospitalizada durante un tiempo. Ante tanta ansiedad que sentía dentro de mí, lo primero que hizo Dios para tranquilizarme fue enviarme un dinero que no esperaba. Pero mi corazón seguía sintiendo temor de no poder cubrir las necesidades básicas del bebé.
No se me permitía salir del lugar donde guardaba reposo absoluto, pero como había una tienda cerca, siempre alguna interna se las ingeniaban para salir. Un viernes por la tarde, la joven con quien compartía habitación me dio la noticia de que al día siguiente, sábado, sacarían a la venta unas medias para bebé, muy cotizadas por causa de la escasez. Según le habían informado, solo quedaban dos cajas, que se venderían íntegramente ese día. Mi corazón se entusiasmó. Yo no tenía ni una sola media, y mi bebé nacería en invierno. Abrí el monedero para ver si tenía el dinero. Entonces elevé una oración al Señor: «¿Permitirás que mi bebé lleve los pies descalzos?».
¿Sabes? El enemigo tiene mil artimañas para causarnos ansiedad, desconfianza e inseguridad en las promesas divinas. Si sientes que la ansiedad te sacude fuertemente, recuerda que el Dios que mantuvo a Israel durante cuarenta años sin necesidad de ir a las tiendas, puede suplir todas tus necesidades.
En los almacenes divinos, el Rey siempre tiene regalos para ti.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Muchos años después de haber sido pronunciadas estas palabras, Cristo volvió a recordar esta experiencia cuando dijo: «Considerad los lirios, cómo crecen [...] Vosotros, pues, no os preocupéis [...] ni estéis en ansiosa inquietud [...]. Vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas» (Luc. 12: 27-30). Aunque el Señor Jesús puso especial énfasis en esto, nosotros, como seres humanos sujetos a limitaciones, no logramos controlar la ansiedad que nos producen las necesidades físicas y materiales. Incluso llegamos a afanarnos tanto, que perdemos de vista lo más importante: el reino de Dios.
Cuando descubrí que estaba embarazada de mi hijo menor mi corazón se inquietó ante la incertidumbre de si podría conseguir todo lo que necesitaba para sacarlo adelante. Aquel fue un embarazo de riesgo que me obligó a permanecer hospitalizada durante un tiempo. Ante tanta ansiedad que sentía dentro de mí, lo primero que hizo Dios para tranquilizarme fue enviarme un dinero que no esperaba. Pero mi corazón seguía sintiendo temor de no poder cubrir las necesidades básicas del bebé.
No se me permitía salir del lugar donde guardaba reposo absoluto, pero como había una tienda cerca, siempre alguna interna se las ingeniaban para salir. Un viernes por la tarde, la joven con quien compartía habitación me dio la noticia de que al día siguiente, sábado, sacarían a la venta unas medias para bebé, muy cotizadas por causa de la escasez. Según le habían informado, solo quedaban dos cajas, que se venderían íntegramente ese día. Mi corazón se entusiasmó. Yo no tenía ni una sola media, y mi bebé nacería en invierno. Abrí el monedero para ver si tenía el dinero. Entonces elevé una oración al Señor: «¿Permitirás que mi bebé lleve los pies descalzos?».
¿Sabes? El enemigo tiene mil artimañas para causarnos ansiedad, desconfianza e inseguridad en las promesas divinas. Si sientes que la ansiedad te sacude fuertemente, recuerda que el Dios que mantuvo a Israel durante cuarenta años sin necesidad de ir a las tiendas, puede suplir todas tus necesidades.
En los almacenes divinos, el Rey siempre tiene regalos para ti.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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