sábado, 18 de febrero de 2012

LA TENTACIÓN Y LOS GATOS CALLEJEROS: ¿EN QUÉ SE PARECEN?

Todos los que invocan el nombre del Señor han de apartarse de la maldad. 2 Timoteo 2:19.

¿En qué se parece la tentación a los gatos callejeros? Muy sencillo: dale comida a uno y al día siguiente aparecerá con todos sus amigos.
Durante el tiempo en que trabajé en el Instituto Universitario Adventista de Venezuela, pude comprobar cuan cierto es esto. Cierto día se nos ocurrió darle comida a un gato, y eso es exactamente lo que sucedió. El gatito «corrió la voz», como lo hace Don Gato en las tiras cómicas, y al poco tiempo toda su pandilla se mudó al patio trasero de la casa.
Sucede exactamente lo mismo con la tentación. Si alimentas el deseo, aunque solo sea una vez, te resultará más difícil resistir. Como bien lo expresó Martín Lutero, no podemos evitar que las aves vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí que hagan allí su nido.
¿Cómo aplicar este sabio consejo en nuestra vida diaria?
No puedes evitar ver algunas imágenes sexualmente atractivas cuando caminas por la calle, porque están en todas partes (por ejemplo, en los kioscos de revistas), pero no tienes por qué detenerte a contemplarlas.
No puedes evitar el deseo de contacto físico con tu novia o con tu novio, pero sí puedes evitar estar a solas con esa persona en lugares que inviten la tentación.
No puedes vivir sin tener amigos, pero nadie te obliga a estar en compañía de quienes decidan involucrarse en conductas obscenas.
La lista es interminable, pero el punto está claro: evita el primer contacto con el mal. No alimentes a ese «gato callejero», porque regresará con refuerzos, y entonces será muy difícil quitártelos de encima.
Puede que preguntes: «¿Cómo hago si la tentación aparece sin que yo la busque?». Muy bien, ¿recuerdas el relato del rey David cuando vio desde la azotea del palacio a una bella mujer mientras se bañaba? Ya conoces la historia (ver 2 Sam. 11:1-4). ¿Subió David a la azotea para verla desnuda? No. ¿Por qué entonces terminó cometiendo adulterio con esa mujer, y asesinando a su esposo Urías? Porque, en lugar de apartarse de allí, coqueteó con el mal («alimentó al gato callejero»). Cuando finalmente despertó a la realidad, ya era demasiado tarde.

Señor, ayúdame a el primer contacto con el mal. Y cuando la tentación me sorprenda, dame valor para alejarme completamente de ella.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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