Jehová te bendiga y te guarde. Jehová haga resplandecer su sobre ti y tenga de ti misericordia; Jehová alce sadré tí su rostro y ponga en ti paz. (Números 6:24-26).
Dios desea ser nuestro eterno refugio, nuestro sol resplandeciente. Desea concedernos su bondad. Anhela mirarnos con amor y otorgarnos su paz. Pero, ¿puede lograr siempre su propósito en nosoíros? Desgraciadamente nuestra libertad puede constituir un impedimento al propósito divino. La libertad que él nos dio para ser felices se interpone a veces como una nube ante los cálidos rayos del sol divino.
Analiza por un momento tu vida. Ahí donde estás. Sentada, acostada, en el trabajo o en cualquier lugar. Contéstate a estas preguntas: ¿Estoy recibiendo las bendiciones de Dios? ¿Me siento protegida en sus manos, cobijada por su bondad, objeto de su amor y colmada de su paz? Quizás pienses que estoy escribiendo palabras irreales, muy bonitas para ser plasmadas en un papel, pero muy distantes de la realidad. ¿Cómo puede, un ser humano vivir en un mundo tan alejado de la felicidad y al mismo tiempo disfrutar de las bendiciones descritas en este versículo? Para ello no hay otra explicación que la que dio el mismo Jesús: «Les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33). ¿Podemos, entonces, ver cumplidas en nuestras vidas estas palabras de bendición? ¿Existe alguna condición para recibir la misericordia y la paz divinas?
Aunque el amor divino es incondicional, las bendiciones de este amor están sujetas a condiciones, pero no por parte de Dios, sino por la nuestra. ¿Por qué? Porque el amor está, la bendición está, pero hemos de. estar nosotros para recibirlos. Nuestras decisiones juegan un papel importante.
¿Estás dispuesta a dejarte abrazar por el amor divino? No importa por qué circunstancias estés pasando, la bendición de Dios se hace más patente después de una tormenta. Para ver los colores del arco iris, es necesaria la lluvia. Ante la tempestad o la calma, asegúrale de estar lista para recibir las bendiciones de tu Dios. Tras el arco iris brilla el sol de las bendiciones de Dios.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Dios desea ser nuestro eterno refugio, nuestro sol resplandeciente. Desea concedernos su bondad. Anhela mirarnos con amor y otorgarnos su paz. Pero, ¿puede lograr siempre su propósito en nosoíros? Desgraciadamente nuestra libertad puede constituir un impedimento al propósito divino. La libertad que él nos dio para ser felices se interpone a veces como una nube ante los cálidos rayos del sol divino.
Analiza por un momento tu vida. Ahí donde estás. Sentada, acostada, en el trabajo o en cualquier lugar. Contéstate a estas preguntas: ¿Estoy recibiendo las bendiciones de Dios? ¿Me siento protegida en sus manos, cobijada por su bondad, objeto de su amor y colmada de su paz? Quizás pienses que estoy escribiendo palabras irreales, muy bonitas para ser plasmadas en un papel, pero muy distantes de la realidad. ¿Cómo puede, un ser humano vivir en un mundo tan alejado de la felicidad y al mismo tiempo disfrutar de las bendiciones descritas en este versículo? Para ello no hay otra explicación que la que dio el mismo Jesús: «Les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33). ¿Podemos, entonces, ver cumplidas en nuestras vidas estas palabras de bendición? ¿Existe alguna condición para recibir la misericordia y la paz divinas?
Aunque el amor divino es incondicional, las bendiciones de este amor están sujetas a condiciones, pero no por parte de Dios, sino por la nuestra. ¿Por qué? Porque el amor está, la bendición está, pero hemos de. estar nosotros para recibirlos. Nuestras decisiones juegan un papel importante.
¿Estás dispuesta a dejarte abrazar por el amor divino? No importa por qué circunstancias estés pasando, la bendición de Dios se hace más patente después de una tormenta. Para ver los colores del arco iris, es necesaria la lluvia. Ante la tempestad o la calma, asegúrale de estar lista para recibir las bendiciones de tu Dios. Tras el arco iris brilla el sol de las bendiciones de Dios.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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