jueves, 10 de febrero de 2011

PABLO, AMIGO DE JESÚS

A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma. Hechos 23:11.

A los delincuentes casi siempre les toca sufrir por sus delitos. En esencia, la persona "se lo buscó". El sentido de justicia que todos llevamos dentro hace que nos sintamos indignados cuando un malhechor sale sin condena. También nos irritamos cuando un inocente paga la culpa por un delito que no cometió. Pero no debemos olvidar que mientras estemos en este mundo de pecado, se pueden dar las dos posibilidades, y eso no significa que Dios no esté actuando.
Pablo, después de su conversión, aceptó el desafío más duro dentro de la predicación del evangelio: ir a los gentiles. Los sistemas de transporte de la época no eran de los más favorables, pero ignorando voluntariamente los contratiempos y las incomodidades se propuso responder al desafío de llegar con la Palabra de Dios a todos los rincones del Imperio Romano. Con incansable paciencia viajó cientos de kilómetros por tierra y en barco para llegar a cada ciudad con el mensaje de salvación. Soportó calumnias, persecuciones, hambre, peligros, naufragios, juicios y cárceles para que el evangelio redentor fuera aceptado por miles de personas.
Algunos proponen que si alguien está tomado de la mano de Dios, nunca tendrá problemas en este mundo. Pero las Escrituras jamás afirman este modo de pensar. Es más, los grandes hombres de fe tuvieron que soportar grandísimas pruebas en el nombre del Señor, y Pablo no fue la excepción.
Después de décadas de predicación, el gran apóstol fue apresado por sus compatriotas y llevado ante el tribunal romano. Como los procuradores imperiales deseaban "quedar bien" con los influyentes judíos, nunca le prodigaron al sufrido apóstol un juicio justo. Por eso Pablo se vio en la necesidad, como ciudadano romano, de recurrir a la máxima autoridad de su tiempo: el emperador.
Sumergido en una oscura mazmorra, objeto de un odio atroz por parte de los dirigentes judíos, lejos de sus amigos terrenales y sus hermanos en la fe, se sintió solo. Pero fue en ese preciso momento cuando el gran Amigo celestial apareció y le dijo: "Ten ánimo, Pablo".
Es posible que también a ti te toque sufrir siendo inocente, que al igual que el apóstol te sientas solo contra el mundo. Quizás en este día tengas que enfrentar pruebas y luchas, pero eso no significa que Jesús te haya abandonado, porque así como estuvo con Pablo también estará contigo. Recuerda que el Salvador sigue a tu lado como estuvo en la oscura cárcel de su siervo de antaño, y también a ti te dice en este día: "Ten ánimo".

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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