viernes, 4 de marzo de 2011

SIEMBRA Y COSECHA (PARTE 1)

No os unáis enyugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 2 Corintios 6:14.

Hay una ley inexorable que se da en todos los órdenes de la vida, y es la de la siembra y la cosecha. Como consecuencia de una buena siembra se puede disfrutar de la vida y vivir bien, también es posible sembrar mal y ser desdichado e infeliz. Por esta causa es necesario que prestes mucha atención a las decisiones que tomas en cuanto al amor, porque esas decisiones llevadas a la acción serán la siembra para tu vida.
Nélida había tenido algunos noviazgos pasajeros, pero cuando conoció a Augusto todo cambió; se sintió completamente enamorada y dichosa e iniciaron una linda relación. Si bien ella era adventista y él no, al principio creyó que sería fácil conquistarlo para Cristo, pero con el paso del tiempo notó que él no tenía ningún interés en crecer espiritualmente. La madre le habló al corazón a la joven y le señaló que además de no ser un cristiano practicante, Augusto tenía el vicio de fumar y no pensaba abandonarlo.
Teniendo esto en mente, Nélida recurrió a mí. Me planteó la situación que estaba viviendo y me contó que ya había cortado con Augusto. Y después de eso agregó: "Pero ahora estoy confundida. Siento que lo amo con todo mi corazón, y lo extraño muchísimo, pero a la vez sé que no hago bien en seguir con él, porque además de no ser adventista puede arrastrarme a mí a abandonar la iglesia".
Al verla tan dolida, hubiera deseado decirle que volviera con Augusto, pero mi mente recordó las palabras: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos". En su magna sabiduría, el Señor dejó un mandamiento para que evitemos situaciones dolorosas en el presente y en el futuro. Es posible evitar todo este dolor, si al momento de elegir a una persona con quien compartir tu amor, recuerdas que debe tener los mismos principios religiosos que tú tienes.
El enemigo de las almas intentará que ignores este consejo, que te razones que "aunque no ama a Dios, es mejor que muchos de los que están en la iglesia". El caso es que si sigues en tu relación, tu cariño y atención hacia la otra persona irán en aumento. Y entonces ¿qué harás si te propone matrimonio? ¿Qué pasará con tu vida espiritual ahora y en el futuro? ¿Qué ocurrirá con tu salvación? Si tienen hijos ¿desarrollarán fe en Dios o serán incrédulos?
Cuando el Señor te propone unirte con personas de tu misma fe, lo hace pensando en tu futuro, porque sabe que solo así podrás cosechar el fruto del amor y la felicidad para tu hogar. La felicidad conyugal no es una cuestión de azar, es simplemente el resultado de buenas decisiones con la bendición divina.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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