lunes, 25 de abril de 2011

EN BUSCA DEL PERDÓN

Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloro mientras hablaban. Génesis 50:17.

En el día de ayer hablamos del perdón desde el punto de vista del ofendido y el deber cristiano de perdonar. Hoy nos referimos al ofensor, aquel que procura restablecer alguna relación rota por un error suyo.
Este aspecto del perdón tampoco es sencillo. Requiere mucha humildad, ya que incluye doblegar la tendencia a justificar el error. Recuerdo a un joven que soporto varias veces que un jugador contrario le pegara patadas en un juego de futbol, pero finalmente se vengó y le pego de tal forma al agresor, que tuvimos que llevarlo al médico.
Cuando converse con el joven, le pregunte si estaba arrepentido y deseaba pedir perdón, a lo que respondió: "El empezó todo, yo lo único que hice fue defenderme".
Más allá de quien inicio el pleito, si nosotros erramos, debemos ir en busca del perdón. Necesitamos humildad, sumisión y disposición para escuchar cosas que quizá nos desagraden, pero el ejemplo de los hermanos de José registrado en las Escrituras es perfecto para ilustrar esta enseñanza.
Ellos habían sentido envidia de José y no podían soportar la manera en que su padre prefería a este hijo nacido de su mujer amada. Lo llegaron a odiar por sus sueños, en los que ellos aparecían como siervos delante de un hombre al que consideraban "inferior" por ser menor que ellos. Siguiendo los dictámenes de sus corazones no convertidos, decidieron deshacerse de él y lo vendieron como esclavo.
En el gran tablero de la vida, José quedo "con las fichas ganadoras". Confirmo lo que sus sueños anunciaban y sus hermanos llegaron con humildad ante su presencia en busca de alimentos. Cuando lo reconocieron, sintieron temor y le pidieron perdón por los errores cometidos en años pasados. Para que José no pensara en vengarse de sus diez hermanos, ellos nombraron a Jacob, y mostraron su deseo de proteger al hermano menor: Benjamín.
Es posible que tu también hayas actuado mal con tus padres, tus hermanos, algún amigo, un profesor o un compañero de clases. Quizás en ese momento se rompió la relación que tenías con alguno de ellos, y en el fondo de tu corazón sabes muy bien que fue tu responsabilidad. No dejes pasar el tiempo, acercate a esa persona con mansedumbre y humildad y pídele que te perdone. En el cielo, ese acto de desprendimiento y modestia no pasara desapercibido.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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