Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; más la lengua de los sabios es medicina. Proverbios 12:18.
Estábamos disfrutando de un hermoso campamento con un grupo de jóvenes; los varones jugaban al futbol, las damas animaban o simplemente miraban, y yo transmitía el partido con un megáfono, imitando a los locutores radiales. En cierto momento pare de "transmitir" porque me había cansado, y escuche la conversación de cuatro jovencitas que decían: "¿Sabes cuál es tu problema? Siempre que hablas hieres a las personas. No tienes tacto. Mucho de lo que dices es verdad, pero tu manera de decirlo hace tanto daño, que después cuesta mirarte como a una amiga".
Esta franca conversación me hizo pensar seriamente sobre el valor de las palabras, de aquellas que se dicen en el hogar, en el colegio, con el grupo de amigos y también en la iglesia. Esas palabras que en nombre de la "sinceridad" o la "franqueza" hieren a la persona que las escucha como si fueran los disparos de un revolver y que pueden llegar a destruir lazos de amor y de amistad.
¿Qué es el "tacto"? Es el don de decir con las palabras la verdad de un modo suave y restaurador. Jesús, el Maestro de los maestros, "no suprimió una palabra de verdad, sino que profirió siempre la verdad con amor. Hablaba con el mayor tacto, cuidado y misericordiosa atención, en su trato con las gentes. Nunca fue áspero, nunca hablo una palabra severa innecesariamente, nunca dio a un alma sensible una pena innecesaria" (El Camino a Cristo, p. 10).
Dios también puede ayudarte para que tus palabras sean como medicina para el alma herida, porque muchas personas a nuestro alrededor necesitan palabras de aliento. Hay algunos que están decaídos, deprimidos, sin consuelo, dolidos por las embestidas de la vida. En este grupo se encuentran también los que están pagando las consecuencias de sus propios errores, y el sentimiento de culpa y remordimiento que sienten es tan profundo, que anhelan una palabra de perdón y comprensión. Para todos ellos, lo que decimos puede calmar su ansiedad y darles nuevas fuerzas para continuar su camino por la vida.
Nuestro Creador, el responsable de poner el don del habla en nosotros, quiere santificarnos por complete para que nuestras palabras posean el mismo tacto que utilizó Jesús. El mensaje de amor y restauración que expresa la Biblia está a nuestro alcance en la medida que le demos la posibilidad al Espíritu Santo que transforme nuestro carácter. Invita en este día al Espíritu de Cristo, para que te utilice al hablar con los demás.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Estábamos disfrutando de un hermoso campamento con un grupo de jóvenes; los varones jugaban al futbol, las damas animaban o simplemente miraban, y yo transmitía el partido con un megáfono, imitando a los locutores radiales. En cierto momento pare de "transmitir" porque me había cansado, y escuche la conversación de cuatro jovencitas que decían: "¿Sabes cuál es tu problema? Siempre que hablas hieres a las personas. No tienes tacto. Mucho de lo que dices es verdad, pero tu manera de decirlo hace tanto daño, que después cuesta mirarte como a una amiga".
Esta franca conversación me hizo pensar seriamente sobre el valor de las palabras, de aquellas que se dicen en el hogar, en el colegio, con el grupo de amigos y también en la iglesia. Esas palabras que en nombre de la "sinceridad" o la "franqueza" hieren a la persona que las escucha como si fueran los disparos de un revolver y que pueden llegar a destruir lazos de amor y de amistad.
¿Qué es el "tacto"? Es el don de decir con las palabras la verdad de un modo suave y restaurador. Jesús, el Maestro de los maestros, "no suprimió una palabra de verdad, sino que profirió siempre la verdad con amor. Hablaba con el mayor tacto, cuidado y misericordiosa atención, en su trato con las gentes. Nunca fue áspero, nunca hablo una palabra severa innecesariamente, nunca dio a un alma sensible una pena innecesaria" (El Camino a Cristo, p. 10).
Dios también puede ayudarte para que tus palabras sean como medicina para el alma herida, porque muchas personas a nuestro alrededor necesitan palabras de aliento. Hay algunos que están decaídos, deprimidos, sin consuelo, dolidos por las embestidas de la vida. En este grupo se encuentran también los que están pagando las consecuencias de sus propios errores, y el sentimiento de culpa y remordimiento que sienten es tan profundo, que anhelan una palabra de perdón y comprensión. Para todos ellos, lo que decimos puede calmar su ansiedad y darles nuevas fuerzas para continuar su camino por la vida.
Nuestro Creador, el responsable de poner el don del habla en nosotros, quiere santificarnos por complete para que nuestras palabras posean el mismo tacto que utilizó Jesús. El mensaje de amor y restauración que expresa la Biblia está a nuestro alcance en la medida que le demos la posibilidad al Espíritu Santo que transforme nuestro carácter. Invita en este día al Espíritu de Cristo, para que te utilice al hablar con los demás.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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