Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12:1.
Ayer mencionamos la importancia del deporte y el ejercicio físico como recreación, y hoy hablaremos de los "ejercicios espirituales" del creyente.
¿Has escuchado hablar de un maratón? Estoy seguro que sí, pero igualmente deseo recordarte en que consiste y como comenzaron. Los maratones completos son competencias de carrera pedestre que no muchos pueden realizar. Se trata de correr cuarenta y dos kilómetros sin parar en el menor tiempo posible. Este tipo de competencia nació con la civilización griega y se lo practicaba en los días de Pablo.
Por eso, a modo de ejemplo, se refirió a la vida y el crecimiento cristianos en término de una gran carrera o maratón. Al escribir su primera carta pastoral a la iglesia de Corinto, Pablo les recuerda: " ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Cor. 9:24).
Si desea ganar, la persona que se prepara para correr un maratón no está libre para hacer lo que desea. Tiene una alimentación rigurosa a fin de que su cuerpo se prepare para el desgaste que significa ese esfuerzo. Dedica tiempo todos los días a entrenar, para que sus pulmones, sus músculos y su mente se encuentren en óptimas condiciones para la competencia. A todo esto se suma el descanso metódico, no a cualquier hora ni por una cantidad antojadiza de tiempo, sino lo justo para reponer las fuerzas perdidas y tener nuevas energías para continuar con la práctica.
¿Te imaginas a un corredor de maratones que sale con sus amigos de noche y vuelve a la madrugada; que come sin control cualquier tipo de alimentos y entrena cuando quiere? Correr en un maratón es algo serio, que requiere sacrificios de cada competidor.
De manera similar, las Escrituras nos animan a participar de la "competencia" espiritual, dándonos la seguridad que si ponemos todo de nuestra parte, Dios coronara nuestros esfuerzos con la victoria. No se trata de correr para ser salvo, ya que la salvación nos fue dada de manera gratuita por la muerte de Jesús, sino que corres porque ya eres salvo.
Si estabas pensando abandonar la carrera cristiana porque parece larga y difícil, el versículo de hoy es más que apropiado: "Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante". No te desanimes, no te des por vencido; sigue adelante, que el premio te está esperando.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Ayer mencionamos la importancia del deporte y el ejercicio físico como recreación, y hoy hablaremos de los "ejercicios espirituales" del creyente.
¿Has escuchado hablar de un maratón? Estoy seguro que sí, pero igualmente deseo recordarte en que consiste y como comenzaron. Los maratones completos son competencias de carrera pedestre que no muchos pueden realizar. Se trata de correr cuarenta y dos kilómetros sin parar en el menor tiempo posible. Este tipo de competencia nació con la civilización griega y se lo practicaba en los días de Pablo.
Por eso, a modo de ejemplo, se refirió a la vida y el crecimiento cristianos en término de una gran carrera o maratón. Al escribir su primera carta pastoral a la iglesia de Corinto, Pablo les recuerda: " ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Cor. 9:24).
Si desea ganar, la persona que se prepara para correr un maratón no está libre para hacer lo que desea. Tiene una alimentación rigurosa a fin de que su cuerpo se prepare para el desgaste que significa ese esfuerzo. Dedica tiempo todos los días a entrenar, para que sus pulmones, sus músculos y su mente se encuentren en óptimas condiciones para la competencia. A todo esto se suma el descanso metódico, no a cualquier hora ni por una cantidad antojadiza de tiempo, sino lo justo para reponer las fuerzas perdidas y tener nuevas energías para continuar con la práctica.
¿Te imaginas a un corredor de maratones que sale con sus amigos de noche y vuelve a la madrugada; que come sin control cualquier tipo de alimentos y entrena cuando quiere? Correr en un maratón es algo serio, que requiere sacrificios de cada competidor.
De manera similar, las Escrituras nos animan a participar de la "competencia" espiritual, dándonos la seguridad que si ponemos todo de nuestra parte, Dios coronara nuestros esfuerzos con la victoria. No se trata de correr para ser salvo, ya que la salvación nos fue dada de manera gratuita por la muerte de Jesús, sino que corres porque ya eres salvo.
Si estabas pensando abandonar la carrera cristiana porque parece larga y difícil, el versículo de hoy es más que apropiado: "Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante". No te desanimes, no te des por vencido; sigue adelante, que el premio te está esperando.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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Por David Brizuel
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