Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Malaquías 4:2.
Mientras organizaba las actividades del campamento con el director de Sociedad de Jóvenes de una de mis iglesias, un temor nos sobrevino a ambos: ¿Y si llegaba a llover los cuatro días del campamento? Todas las actividades estaban basadas en días soleados, disfrutar de una gran piscina de natación, respirar el aire puro de las sierras, gozarnos con una buena caminata en medio de árboles y arbustos, y recrearnos sanamente con algunos deportes. Toda la planificación estaba pensada para días cálidos con sol, pero éramos conscientes de que si el clima no nos ayudaba, había un margen de "fracaso".
Antes de salir en el ómnibus, los más de treinta jóvenes que estábamos reunidos en la iglesia oramos a Dios y pusimos nuestros planes en sus manos. Estaríamos durmiendo en carpas durante cuatro días, y como Dios es también Dios del clima (y así lo demostró Jesús en la barca, según Mateo 8:26), hicimos un círculo, nos tomamos de las manos en señal de unidad, y clamamos a Dios para que nos permitiera sacarle provecho a ese campamento. La oración fue escuchada con creces, porque además de disfrutar un cálido clima veraniego, cada una de las actividades contribuyó a unir más a los jóvenes entre sí y con su Creador. Cada uno de esos días, el sol brilló en todo su esplendor.
Otro de los remedios naturales creados por Dios para preservar nuestra salud es el sol. Esa fuente inagotable de poder, además de brindar calor y proporcionar días hermosos, sintetiza la vitamina D en la piel. Esta vitamina es muy útil: permite a los huesos fijar y absorber el calcio, mineral indispensable para la fortaleza del esqueleto. Pero los favores del sol no terminan allí, porque es sabido que los rayos ultravioletas matan muchas bacterias de nuestro cuerpo en tan solo dos horas de exposición.
Realmente son grandes los beneficios que proporciona el sol, así como los que nos proporciona Dios. Porque quienes estamos amparados bajo su Espíritu, tenemos la enorme promesa, hecha por el profeta Malaquías, de que a nosotros nacerá "el Sol de justicia", Cristo Jesús, para darnos salvación. Al salir de tu hogar para las actividades en este día, eleva los ojos al cielo y agradécele a Dios por darte el sol que alumbra la tierra, y "el Sol de justicia" que alumbra tu corazón. Ambos alumbran para tu bien.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Mientras organizaba las actividades del campamento con el director de Sociedad de Jóvenes de una de mis iglesias, un temor nos sobrevino a ambos: ¿Y si llegaba a llover los cuatro días del campamento? Todas las actividades estaban basadas en días soleados, disfrutar de una gran piscina de natación, respirar el aire puro de las sierras, gozarnos con una buena caminata en medio de árboles y arbustos, y recrearnos sanamente con algunos deportes. Toda la planificación estaba pensada para días cálidos con sol, pero éramos conscientes de que si el clima no nos ayudaba, había un margen de "fracaso".
Antes de salir en el ómnibus, los más de treinta jóvenes que estábamos reunidos en la iglesia oramos a Dios y pusimos nuestros planes en sus manos. Estaríamos durmiendo en carpas durante cuatro días, y como Dios es también Dios del clima (y así lo demostró Jesús en la barca, según Mateo 8:26), hicimos un círculo, nos tomamos de las manos en señal de unidad, y clamamos a Dios para que nos permitiera sacarle provecho a ese campamento. La oración fue escuchada con creces, porque además de disfrutar un cálido clima veraniego, cada una de las actividades contribuyó a unir más a los jóvenes entre sí y con su Creador. Cada uno de esos días, el sol brilló en todo su esplendor.
Otro de los remedios naturales creados por Dios para preservar nuestra salud es el sol. Esa fuente inagotable de poder, además de brindar calor y proporcionar días hermosos, sintetiza la vitamina D en la piel. Esta vitamina es muy útil: permite a los huesos fijar y absorber el calcio, mineral indispensable para la fortaleza del esqueleto. Pero los favores del sol no terminan allí, porque es sabido que los rayos ultravioletas matan muchas bacterias de nuestro cuerpo en tan solo dos horas de exposición.
Realmente son grandes los beneficios que proporciona el sol, así como los que nos proporciona Dios. Porque quienes estamos amparados bajo su Espíritu, tenemos la enorme promesa, hecha por el profeta Malaquías, de que a nosotros nacerá "el Sol de justicia", Cristo Jesús, para darnos salvación. Al salir de tu hogar para las actividades en este día, eleva los ojos al cielo y agradécele a Dios por darte el sol que alumbra la tierra, y "el Sol de justicia" que alumbra tu corazón. Ambos alumbran para tu bien.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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