Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:2.
Era mi primer año de capellán en ese colegio, y ese grupo de alumnos se encariñó especialmente conmigo y yo con ellos. Me preocupaba por la vida espiritual de los jóvenes, por sus relaciones familiares y también por su estudio; y esa preocupación sincera tenía recompensas afectivas.
Hubo un caso especial que me intrigó y para el cual no pude encontrar solución. Una de las alumnas que hasta el año anterior había sido un ejemplo de buenas notas y disciplina, repentinamente comenzó a bajar sus calificaciones. En algunas charlas a solas, intenté animarla y procuré saber qué problema estaba padeciendo, pero ella solo se limitó a contestarme lo necesario como para deshacerse de mí. Con los meses, todos notamos que su comportamiento había cambiado muchísimo, y también su apariencia. Toda su ropa, que antes le quedaba a la medida, era "grande", y cuando ella hablaba de su figura repetía las palabras "estoy regorda".
La realidad era bien distinta: la cultura de la imagen (de la que hablamos en mayo) había logrado fijar en su mente la idea de que para verse bien había que ser un "esqueleto" con piel; y esta adolescente se enfermó de anorexia nerviosa. Poner su vista en algunas modelos bulímicas y anoréxicas, que trasmitían una apariencia enfermiza pero "a la moda", probablemente contribuyó a su enfermedad. Ese año debió ser internada en un centro de rehabilitación para anoréxicos y bulímicos.
Es verdad que no debemos permitir que el apetito nos domine y nos convierta en esclavos de la comida, pero tampoco debemos ir al otro extremo de repudiar los alimentos que fueron provistos para preservar la vida y mantenernos sanos.
Ojalá pongamos "los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe". Si cada día le permitimos a la Biblia que nos muestre al Hijo de Dios, seremos transformados a su imagen, y le daremos a todo lo creado el verdadero uso, y los alimentos los consumiremos con sabiduría y moderación. Y si tú o alguien que conoces muestra síntomas de anorexia, no tarden en buscar ayuda profesional.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Era mi primer año de capellán en ese colegio, y ese grupo de alumnos se encariñó especialmente conmigo y yo con ellos. Me preocupaba por la vida espiritual de los jóvenes, por sus relaciones familiares y también por su estudio; y esa preocupación sincera tenía recompensas afectivas.
Hubo un caso especial que me intrigó y para el cual no pude encontrar solución. Una de las alumnas que hasta el año anterior había sido un ejemplo de buenas notas y disciplina, repentinamente comenzó a bajar sus calificaciones. En algunas charlas a solas, intenté animarla y procuré saber qué problema estaba padeciendo, pero ella solo se limitó a contestarme lo necesario como para deshacerse de mí. Con los meses, todos notamos que su comportamiento había cambiado muchísimo, y también su apariencia. Toda su ropa, que antes le quedaba a la medida, era "grande", y cuando ella hablaba de su figura repetía las palabras "estoy regorda".
La realidad era bien distinta: la cultura de la imagen (de la que hablamos en mayo) había logrado fijar en su mente la idea de que para verse bien había que ser un "esqueleto" con piel; y esta adolescente se enfermó de anorexia nerviosa. Poner su vista en algunas modelos bulímicas y anoréxicas, que trasmitían una apariencia enfermiza pero "a la moda", probablemente contribuyó a su enfermedad. Ese año debió ser internada en un centro de rehabilitación para anoréxicos y bulímicos.
Es verdad que no debemos permitir que el apetito nos domine y nos convierta en esclavos de la comida, pero tampoco debemos ir al otro extremo de repudiar los alimentos que fueron provistos para preservar la vida y mantenernos sanos.
Ojalá pongamos "los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe". Si cada día le permitimos a la Biblia que nos muestre al Hijo de Dios, seremos transformados a su imagen, y le daremos a todo lo creado el verdadero uso, y los alimentos los consumiremos con sabiduría y moderación. Y si tú o alguien que conoces muestra síntomas de anorexia, no tarden en buscar ayuda profesional.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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