Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Mateo 22:37.
Como la Biblia condena la avaricia, muchos han llegado a creer que Dios desea para sus hijos una vida de pobreza y escasez permanentes, y que el aumento de bienes materiales es sinónimo de un alejamiento del Ser divino. Pero, cuando la Biblia condena la avaricia, no condena las riquezas sino la condición del corazón humano.
Recuerda el caso de Abraham. Señalado como un héroe bíblico, es llamado en las Escrituras amigo de Dios (Isa. 41:8) y hoy recordado como el "padre de la fe". Pero lejos de tener una vida de austeridad, la Biblia nos dice: "Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro" (Gen. 13:2). Poseía tantas riquezas que debió separarse de su sobrino Lot, porque la "tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar" (vers. 6).
Job fue otro de esos grandes hombres de Dios que vivió una vida de riquezas y bienestar material. Si bien en algún momento de su vida, afligido por las pruebas de Satanás, perdió todos los bienes que poseía, una vez que superó estas pruebas, la Palabra de Dios señala: "Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero" (Job 42:12); y luego enumera todas sus riquezas.
Asimismo, David y luego su hijo Salomón fueron hombres muy ricos y poderosos. Después de recibir el gobierno de mano de su padre, Salomón vivió en paz con todas las naciones que rodeaban a Israel. A causa de esto, su gobierno se dedicó al comercio y recibió la bendición divina desde sus comienzos. Después de años de holgura y bienestar material, la Biblia relata que "todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada" (1 Rey. 10:21).
Todos estos hombres y muchos otros volverán a la vida al oír la voz de Jesús en su regreso, y vivirán con él por la eternidad. Tuvieron una vida de opulencia y bienestar material, pero lejos de cultivar avaricia y amor por las riquezas, pusieron en práctica el mandamiento que Jesús nos dejó al decir: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente". Dios fue el objeto de su amor. Dios fue el primero en sus pensamientos, en sus emociones y en sus afectos. Dios fue la razón de sus vidas, y esa vida dedicada al servicio y a la causa divina será recordada por la eternidad.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Como la Biblia condena la avaricia, muchos han llegado a creer que Dios desea para sus hijos una vida de pobreza y escasez permanentes, y que el aumento de bienes materiales es sinónimo de un alejamiento del Ser divino. Pero, cuando la Biblia condena la avaricia, no condena las riquezas sino la condición del corazón humano.
Recuerda el caso de Abraham. Señalado como un héroe bíblico, es llamado en las Escrituras amigo de Dios (Isa. 41:8) y hoy recordado como el "padre de la fe". Pero lejos de tener una vida de austeridad, la Biblia nos dice: "Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro" (Gen. 13:2). Poseía tantas riquezas que debió separarse de su sobrino Lot, porque la "tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar" (vers. 6).
Job fue otro de esos grandes hombres de Dios que vivió una vida de riquezas y bienestar material. Si bien en algún momento de su vida, afligido por las pruebas de Satanás, perdió todos los bienes que poseía, una vez que superó estas pruebas, la Palabra de Dios señala: "Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero" (Job 42:12); y luego enumera todas sus riquezas.
Asimismo, David y luego su hijo Salomón fueron hombres muy ricos y poderosos. Después de recibir el gobierno de mano de su padre, Salomón vivió en paz con todas las naciones que rodeaban a Israel. A causa de esto, su gobierno se dedicó al comercio y recibió la bendición divina desde sus comienzos. Después de años de holgura y bienestar material, la Biblia relata que "todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada" (1 Rey. 10:21).
Todos estos hombres y muchos otros volverán a la vida al oír la voz de Jesús en su regreso, y vivirán con él por la eternidad. Tuvieron una vida de opulencia y bienestar material, pero lejos de cultivar avaricia y amor por las riquezas, pusieron en práctica el mandamiento que Jesús nos dejó al decir: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente". Dios fue el objeto de su amor. Dios fue el primero en sus pensamientos, en sus emociones y en sus afectos. Dios fue la razón de sus vidas, y esa vida dedicada al servicio y a la causa divina será recordada por la eternidad.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Muchas gracias por la matutina... me ayuda a empezar mejor la mañana...Muchas bendiciones en tus proyectos...
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