El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Sam. 16:7), fueron las palabras que Dios le dirigió a Samuel, y esta gran verdad se repitió en los días de Jesús y se sigue repitiendo en nuestros días.
El hombre mira y juzga según le sugieren sus sentidos. Observa evidencias, analiza pruebas, e intenta adivinar las intenciones que tiene un individuo al realizar una acción. Cuando un hombre rico dona una cifra millonada a un hogar de niños, recibe los aplausos de los gobernantes de esa ciudad, de la prensa y de la sociedad en general, porque confían en las buenas intenciones de esta persona. Todos ven la buena acción, pero ninguna de esas personas conoce cuáles son los propósitos del corazón de ese millonario.
Dios, a diferencia del hombre, no solo percibe la acción, sino también los motivos que tuvo esa persona para realizar ese acto. Toda persona que realiza una ofrenda para Dios tiene motivos para hacerla. Están quienes desean contribuir con el avance de la obra, los que dan por amor a Dios, y los que ofrendan por agradecimiento por lo que él les da. Hay otros que ofrendan con motivos diferentes. Están los que lo hacen para ser vistos, para recibir los aplausos humanos, para que Dios les dé porque ellos "se lo merecen". Así cada corazón egoísta tendrá su propia razón para dar su ofrenda. Tristemente, quienes están en el segundo grupo pueden engañar a los hombres pero no a Dios.
Esa pobre viuda que "echó dos blancas" en el templo mientras estaba Jesús, "anhelaba hacer algo, por poco que fuese, en favor de la causa que amaba. Miraba el donativo que tenía en la mano. Era muy pequeño en comparación con los que traían aquellos que la rodeaban, pero era todo lo que tenía. Aprovechando su oportunidad, echó apresuradamente sus dos blancas y se dio vuelta para irse" (El Deseado de todas las gentes, p. 565). Jesús la elogió porque todos habían dado de lo que les sobraba, pero ella "de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento" (Mar. 12:44).
Cuando des tu ofrenda el sábado, recuerda el caso de esta viuda, y que ante Dios no importa la cantidad que se da sino la intención que impulsa al que da el donativo.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
No hay comentarios:
Publicar un comentario