domingo, 7 de agosto de 2011

¿TIEMPO PERDIDO O TIEMPO INVERTIDO?

El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada. Proverbios 13:4.

Ese año había recibido a varios alumnos que estaban repitiendo nuevamente su curso de estudios, y como su tutor y consejero me propuse ayudarlos con todas las herramientas pedagógicas posibles.
Además de la oración intercesora que realizaba a menudo, dediqué parte de mis horas de la materia de Biblia para aconsejarlos sobre la importancia del estudio diario. El cerebro, como también otros músculos del cuerpo, se desarrolla a través del ejercicio, y si se lo acostumbra a estudiar, en poco tiempo la incorporación de conocimientos se vuelve un hábito.
De manera especial recuerdo a dos alumnos a quienes no parecía importarles mis exhortaciones en las clases, así que trabajé con ellos de forma privada. Después de meses de seguimiento y conversaciones con ambos, llegué a la misma conclusión: no estudiaban porque perdían el tiempo.
Actualmente existe una variedad de actividades que proporcionan distracciones y contribuyen a "perder el tiempo". Películas, juegos de mesa, de azar y computarizados, deportes, Internet, ocio y algunas otras actividades no son solo distracciones pasajeras, ya que muchas de ellas son practicadas por hábito y tristemente no dejan ningún crédito a favor.
¿Cuál es el problema de sumergirse en alguna de estas actividades, si hace algunos meses analizamos que nuestra mente y nuestro cuerpo necesitan distraerse? El gran problema es que esta distracción se vuelve una actividad en sí misma, en detrimento de alguna otra que nos daría muchos beneficios. El estudio o el trabajo brindan ventajas reales, pues desarrollan nuestra capacidad intelectual y práctica.
Salomón, como sabio y consejero del pueblo israelita, dejó una exhortación que habla de la importancia de aprovechar las oportunidades que nos da la vida: "El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada". La pereza en el estudio o en el trabajo, manifestada en actividades que nos hacen malgastar el tiempo, es un daño que cada persona se hace a sí mismo. El tiempo empleado sin provecho, derrochando las posibilidades de crecer profesionalmente, tarde o temprano pasa su "cuenta".
El tiempo invertido en actividades provechosas es una bendición que Dios te da, especialmente en la juventud. No lo desaproveches.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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